Un gol extraordinario del francés Griezmann en la prórroga decide otro derbi espectacular y coloca en cuartos a un Atlético más entero que en la Supercopa. El Madrid pierde su racha sin perder donde la inició
Los derbis han vuelto a ser lo que fueron. La igualdad y la pelea están garantizadas. Después de 90 minutos eléctricos, repletos de alternativas, de detalles y de errores, algunos gruesos, la prórroga fue el momento escogido por Antoine Griezmann para regalar al Metropolitano un gol de fantasía, extraordinario, digno de un genio, escapándose por la derecha y colocando en la escuadra el pase del Atlético, remachado al final por Riquelme. Si Ancelotti estaba en una nube, el tanto de ‘Grizi’ le devolvió a la tierra, donde tendrá que pelear por los títulos que restan. El Madrid, generoso hasta el final, llegó a igualar con gol de Ceballos en el segundo acto del tiempo extra, pero quedó anulado por fuera de juego de Bellingham. Gloria al Atlético y honor al Madrid, en otro partidazo memorable.
Y eso que el duelo empezó al trantrán. Nada tuvo que ver el derbi que inició la racha de 21 partidos sin perder del Real Madrid. Aquella tarde, el Atlético devoró a los blancos con presión asfixiante y centros laterales desde el arranque, y se esperaba algo similar en el envite copero. Con Witsel por Savic como única variación respecto a la Supercopa, los rojiblancos bajaron el calentón ambiental al priorizar no cometer errores. Menos vistoso que hace una semana, el duelo tuvo más amenaza y control por parte blanca, con oportunidades más claras.
Como si tuviera una cuenta pendiente con el estadio colchonero, donde dejó pocos destellos de clase, Bellingham abrió la función con una jugada imponente. Ancelotti blindó el equipo con Camavinga y Valverde en el eje, lo que permitió meter a Modric para poner el toque de dinstinción. Metió un pase al área diagonal, recibió Jude, se revolvió en el área deshaciéndose de Wtsel con un caño, se abrió hacia fuera y estrelló su zurdazo en el travesaño. El rebote cayó a Vinicius, que mandó la volea a la grada.
A Vini le costó entrar en juego, en parte por el sistema de ayudas defensivas de Simeone. Koke se multiplicó por tres, pero la segunda opción clamorosa fue blanca. Picó Vinicius para dejar solo a Rodrygo, que remató pronto. Paradón de Oblak, que volvió a estirarse para taponar el remache de Vini. Asombroso el esloveno. El Atlético espabiló al toque de su portero, aunque extrañó a quien más necesitaba. Griezmann, homenajeado en el inicio por el estadio (aplaudido por varios futbolistas blancos también) por rebasar los registros de Luis, falló varios pases sencillos, víctima de un encantamiento o algo similar. Aún así, con esos centros laterales que tanto incomodan al Madrid, sumaron dos remates, de De Paul y Morata, blocados por Lunin con seguridad.
Estaba escrito que el partido se rompería con un ‘centrito’. Lo sirvió De Paul buscando la entrada de Saúl, Rüdiger despejó hacia el fondo pero acudió, pícaro, Lino, que aprovechó el bote pronto para cruzar a la red. Excelente. Y casi de la nada. El Madrid reaccionó con rabia, al filo del descanso, y encontró premio donde no lo sospechaba. Sobre la hora, con una falta de Modric al área que era de Oblak. Metió el puño, pero falló el impacto,le dio en el dorso de la mano y la pelota entró mansa en su propia portería.
De vuelta del descanso, el Madrid subió un punto de intensidad para apoderarse del partido. Además desde el minuto uno, con un tiro casi sin ángulo de Rodrygo que sacó Oblak. Bellingham volvió a ‘zidanear’ por la izquierda, pero Hermoso achicó el centro. Pero el Atlético es kriptonita para los blancos. Con nada y menos se volvieron a poner por encima. Un despeje blando de Camavinga, ve tú no voy yo entre Rüdiger y Lunin y Morata, para la jaula. De chiste. Como el empate. Y como en Arabia, partido perfecto para que el Atlético lo gestionara, al amparo esta vez de su gente. Colaboraron hasta los recogepelotas, metiendo balones para retrasar el juego.
La entrada de Nahuel mejoró al Atlético, y Ancelotti buscó la reacción con Kroos y Brahim, después Tchouaméni y al final con Joselu. El Madrid se partió buscando el empate y consintió la contra, con el Atlético entonado. Lo cortes no quita lo valiente, y si Lunin había concedido el 2-1, evitó el tercero. Dos veces. Ante Griemann y ante Morata. Clamorosas. Paradones del ucraniano que dieron vida extra al Madrid, y ya se sabe lo que ocurre cuando perdonas a los blancos. Volvió a entrar Bellingham por la izquierda, amagó el tiro, sirvió al segundo palo y Joselu cabeceó a la red. Se movió el ariete por el balcón del fuera de juego y hubo un par de minutos de suspense. Gol. Pudo marcar el Madrid, con una parada de Oblak y en el rebote casi un autogol cómico. Y pudo ganar el duelo Hermoso en un cabezazo que blocó Lunin. Sacó buscando la contra y cortó Cuadra, flojo. Se encaró el Cholo con Vinicius, buscando la segunda amarilla del brasieño, pero el árbitro templó, esta vez con buen criterio. A la prórroga.
El espectáculo fue gigantesco. Al intercambio de golpes. Eso sí, Simeone se había guardado los cambios para que no se le volviera a caer el equipo.Le funcionó. El Madrid se partió, y en una pérdida de Vinicius se hizo la luz. Porque le cayó a Griezmann,estelar, que buscó la profundidad, aguantó la presión de Vini en su intento por enmendar el error, tocó una, dos, tres veces en el área y abrió el ángulo justo para ponerla en la escuadra contraria. Es lo que tienen los
genios. Se volcó el Madrid, que pudo empatar, claro. Llegó a marcar Ceballos, pero un fuera de juego previo de Bellingham evitó la igualada. En pleno arrebato, con el Madrid vocado, enganchó una contra el Atlético y Memphis hizo lo mejor de la noche, dejar la pelota a la izquierda para que Riquelme completara la noche soñada por todo colchonero. Como La Bombonera, el Metropolitano templó al botar el estadio entero, celebrando el triunfo rojiblanco y la eliminación del campeón copero. Los derbis son un espectáculo de primer orden mundial.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca
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