Una de las mayores sorpresas en la historia de la Champions. Nunca ante un equipo de ese país había clasificado para jugar en el torneo de clubes más importante del mundo y le gana al equipo que en mayor cantidad de veces ha conquistado la orejona. Tampoco, nunca ante un jugador de Luxemburgo había marcado en Champions, y el gol del triunfo lo anotó Thill, delantero de esa nación
El Madrid volvió a hacer el indio cuando menos se esperaba. En el estreno de Champions frente al hipotético rival más asequible mordió el polvo, tras perdonar la vida en las dos áreas. El Sheriff salió del Bernabéu luciendo la chapa de líder del grupo al abatir a su ilustre rival en dos disparos. Sin perdón para el Madrid.
Ancelotti confió en su grupo salvaje para el retorno de la Champions al Bernabéu. Benzema, Casemiro, Alaba, y junto a ellos Militao y Valverde, de quienes se esperaba un descanso porque vienen de jugarlo todo. Entró Hazard, tras dos suplencias consecutivas, y fue de lo mejorcito en el primer tiempo. ¿Qué falló entonces para irse al descanso en desventaja? El problema del Madrid está en las bandas.
El Madrid lleva años pifiando sus estrenos domésticos en Champions. Brujas o Shakhtar sorprendieron, y entonces se atribuyó a causas diversas. Al Sheriff se le suponía aún una entidad menor, a pesar de vencer en su estreno. Se plantó en el Bernabéu arropado atrás, cerrando espacios e incomodando al rival por todos los medios, dejando a su delantero, Yakhshiboev, solo ante el peligro. No se intuían apuros en el inicio, con el Madrid instalado en la pradera enemiga, moviendo de lado a lado buscando hueco, aunque no aparecía. En cambio, por la izquierda asomaba Cristiano, el zurdo, con buenas maneras, aprovechando que los blancos desatendían ese costado. Tampoco estuvieron muy finos por el otro.
Fallaron todas las vigilancias. Centró Cristiano desde la izquierda y cabeceó Yakhshiboev, a cuál más cómodo. A Miguel le sorprendió la caída al costado del punta, un peligro. Lo que se suponía una noche plácida se convertía en un duelo a muerte. Aceleró antes del descanso el Madrid para tratar de igualar y se agigantó la figura de Athanasiadis, un puma. Sacó un disparo duro de Casemiro y otro a bocajarro de Hazard. Al rechace acudió Nacho, pero no pudo precisar a puerta vacía. Al descanso, los futbolistas del Sheriff se felicitaban por el sorpresón momentáneo.
No disimuló el conjunto moldavo. Se metió en el fuerte, dispuesto a resistir el asedio. Athanasiadis creció por minutos, y donde no llegaban las manos del meta griego aparecían las piernas, la espalda o el culo de algún defensor. Vinicius pidio penalti al ser trabado por un defensor, y aunque se revisó en el VAR no se estimó penalti. En la siguiente, el belga Visser sí fue al monitor a revisar el derribo de Addo a Vinicius. Penalti. Benzema transformó y Ancelotti metió cuatro cambios. Retiró a los laterales e improvisó a unos nuevos, Valverde y Camavinga, para culminar la remontada, presumiendo que no habría mucho que defender. Ya.
No se puede reprochar al Madrid la actitud. Lo intentó sin descanso, y remató sin descanso, pero el Sheriff salió ileso del tiroteo. Es más, cuando se asomó a campo contrario metió miedo. Bruno anotó en fuera de juego. El VAR tiró líneas y confirmó la posición ilegal. Modric y Kroos gestionaban bien la bola, se llegaba con frecuencia, pero no había acierto en el último remate. El destino tenía reservado un último giro dramático, el triunfo del llanero solitario. En una jugada aislada, un saque de banda sin aparente peligro, la pelota cayó a Thill en la frontal, de nuevo desatendido, que ya lo había intentado desde lejos poco antes, y dibujó un disparo de zurda a la escuadra que dejó al Madrid como un colador. Todo lo conquistado en Milán y en un arranque de temporada prometedor se lo llevó el viento. Es lo que tiene hacer el indio.
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