El Madrid llegará al Metropolitano obligado a ganar para no eliminarse del titulo: La culpa fue de diez minutos terribles, con un cambio táctico que la Real aprovechó con talento. Todas las cuentas blancas para disputar el título se fueron por el sumidero. Si el Madrid fija la vista en el futuro pierde el foco en lo inmediato, y si se despista lo paga. Le ocurrió ante el Cádiz, el Alavés, el Levante, y sólo un tanto final de Vinícius evitó otra derrota.
Hay resultados mentirosos. El Real Madrid cuajó el mejor fútbol de la serie tras seis victorias consecutivas, incluyendo Champions, especialmente en su primer tiempo, pero no encontró ese toque definitivo para transformar alguna de sus acciones de mérito en algo más tangible. Lo hizo además frente a una amenaza permanente, por que cada vez que la Real salió a la contra al galope amenazó con su pegada, superior a la del Madrid. Es así.
Vaya por delante que ese primer tiempo vino marcado por una jugada conflictiva. Controló Oyarzabal en la izquierda, sirvió a Monreal y Casemiro fue al cruce metiendo la pierna. Derribó al lateral, pero Gil Manzano señaló fuera de juego previo que no era. El VAR no avisó. Puede que el colegiado pitase antes, o puede que no se considerase suficiente el contacto del centrocampista brasileño. En la tele pareció penalti. Hay que estar en el campo para pitarlo.
Ese lance ocurrió en el minuto ocho. Desde ahí, el Madrid creció con Isco en el once. Y Mariano. Zidane metió al ariete en lugar de Vinícius, y el resultado fue óptimo. Isco inició en la izquierda y se apareció por todo el frente de ataque, abriendo rutas para todos. Aligeró a Lucas y Modric por derecha, y de esa combinación nació la mejor ocasión. Templó el falso lateral, Mariano acudió al remate en boca de gol, taponó sobre el larguero Gorosabel, Asensio recogió el rechace, se revolvió y remató seco. Le Normand desvió bajo palos.
Fue la mejor ocasión blanca, pero no la única. Varane cabeceó un córner al larguero, Casemiro tiró cruzado cerca del palo, y Kroos coronó una gran jugada taponada por la defensa en área chica. Todo funcionaba bien en el bando blanco, pero Zidane ordenó cambiar el dibujo en el descanso: tres centrales, con Casemiro en el centro, y carrileros. El nuevo diseño concedió la iniciativa a la Real, que se apoderó del partido desde la falta de vigilancia sus laterales, y avisó poco. Tres centros laterales exigieron a Nacho y Courtois, y al cuarto llegó el gol. Monreal controló solo en la izquierda, dobló al lado contrario y Portu, en escorzo, cabeceó a la escuadra.
Cambio táctico deshecho
El golpe sacudió el banquillo blanco, que reaccionó pronto. Regresó al dibujo original y relevó a los tres de arriba. En un error en la salida de Courtois robó Portu y sirvió a Isak, que no llegó por pulgadas a sentenciar el duelo. Pesadilla habitual del Madrid, antes en el Girona y ahora en la Real, el extremo puso todo el veneno hasta romperse.
El Madrid buscó el juego directo desde las bandas. Confió en su poderío aéreo, tan relevante en partidos anteriores, y pudo empatar en dos cabezazos, de Casemiro y Hugo Duro. O sea, a la heroica, perdiendo elaboración. Agotado, Modric dejó su sitio a Valverde para el asalto final. Vinícius sacó la tarjeta a Gorosabel y hasta en eso estuvo atento Imanol, que le retiró para evitar la segunda en el tramo final.
Eso sí, los cambios revitalizaron el ataque blanco. Rodrygo y Valverde reactivaron la banda derecha y Vini se hinchó a encarar. Todos ellos junto a Lucas protagonizaron el empate, con la Real demasiado metida atrás. Un centro desde la derecha de Lucas encontró en área chica a Vini, que atinó en el remate. El agobio fue a más, pero no hubo ocasiones claras. Sí, el empate retribuyó el esfuerzo blanco, pero pagó su desquilibrio. La Real de Imanol siempre es un hueso y volvió a demostrarlo.
/Marca
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