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El Real Madrid salió con un punto de Pamplona después de ser superior con once y no ser inferior con diez ante un Osasuna guerrillero y competitivo. Jugó sus bazas y peleó por la victoria hasta el último segundo con sus armas. Marcó Mbappé, perdonó Vinicius, igualó Budimir tras otro penalti por pisotón, este más claro que el de Tchouaméni a Lino, que destapó Cuadra Fernández en el VAR, y los porteros protagonizaron tres paradas extraordinarias, dos Herrera y una Courtois. Pero resulta difícil hablar sólo de fútbol. Munuera Montero lo puso difícil y continuó la línea arbitral de las últimas semanas. Empezó consintiéndolo todo, expulsó a Bellingham por piar y no quiso saber nada de cualquier jugada en el área rojilla. Nada tendrá que ver el comunicado (segundo empates desde el mismo). Ni los vídeos. Seguro.
El primer cuarto de hora prorrogó en El Sadar lo visto en Mánchester. Pese a los tres cambios, uno por línea, que introdujo Ancelotti, el Madrid se comportó con la misma aplicación con y sin balón, produciendo dos ocasiones claras y un gol. Falló primero Vinicius con la cabeza tras una gran maniobra de Mbappé en el lateral del área, y después fue Mbappé quien se topó con el pie izquierdo de Herrera, providencial, tras una dejada magnífica de Vinicius en pase vertical de Modric. A la tercera, tras una combinación por derecha de Valverde, Modric, Brahim, la llegada vertical de Fede produjo el centro al área para que Mbappé se comportase como un 9 puro. Gran tanto, producto de un cuarto de hora estupendo del equipo blanco.
Osasuna jugó sus bazas con naturalidad, encimando a los rivales, que ya habían pedido dos penaltis por entonces. Ambos con Vini como protagonista. Uno al minuto, en una mano apoyado sobre el verde de Catena, nada, y otro por caída ante Moncayola. De esos que en el centro del campo se pita falta siempre. El caso es que probaron los defensores rojillos y vieron que Munuera permitía el contacto. De esos barros llegaron los lodos posteriores. En fin, Osasuna es equipo competitivo y tiene futbolistas excelentes, sobre todo en ataque. Como Aimar Oroz, que lo intentó primero de volea, alto, y después bullendo en el área para hacerse un hueco. Lo encontró, remató seco abajo y Courtois sacó una mano tremenda, empatando con Herrera a paradas decisivas.
Empezó a trabarse el Madrid en protestas, como en una acción de Bellingham en el área que, como no se tiró, se dejó correr. O en una mano que reclamó Ancelotti hasta ganarse la amarilla. Curiosamente, no se sancionó con amarilla el agarrón de Juan Cruz para impedir el desmarque de Mbappé, desentendiéndose del balón. O el agarrón de Herrando en un pase en profundidad a Kylian, ni falta. Desquiciante. Eso no justifica una protesta continuada como la de Bellingham, desde su área hasta el centro del campo. Venía el inglés de que le perdonaran en el derbi un ‘fuck off, fuck you’ y Munuera demostró que los árbitros no toleran las protestas de los madridistas. Faltaría más.
Conste que había perdonado antes Vinicius solo, tras dejada de Mbappé, una sentencia sencilla. Pero no ocurrió mucho más en el primer tiempo salvo en una contra que corrigió Asencio con diligencia. Sí debió pasar algo en el interludio porque de repente el colegiado empezó a pitar todas las faltas y sacó las tarjetas que no había mostrado en el primer tiempo. A Areso y a Juan Cruz. Osasuna subió un punto de intensidad y empezó a buscar el centro, donde tenía superioridad. Mira que Bryan Zaragoza, recién salido de lesión, había estado discreto, pero con un centro cerradito superó a los centrales, remató Moncayola, sacó como pudo Courtois, remató Budimir fuera y Camavinga, al tratar de tapar, pisó al croata. Si habían pitado el de Tchouaméni a Lino siete días antes, cómo no iban a pitar este. Penalti. El croata prodigioso transformó por su izquierda y ascendió al primer escalón de los goleadores rojillos.
El Madrid reaccionó por la izquierda. Aprovechó las sustituciones de los laterales para volcar el juego sobre Vinicius, que se fue de uno, de dos, hasta de tres. Una y otra vez. Erró en una por buscar el uno-dos. En otra por no atinar con el centro. Y en la última, maradniana, se la sacó Catena. Entró Rodrygo por Brahim, único cambio de Carlo. En un duelo exigente en vísperas del City. Buscó el gol a base de centros Osasuna, pero quien la tuvo fue Mbappé, tras escaparse por velocidad y potencia de Bretones. Buscó el tiro potente, duro, y Herrera sacó un brazo antológico. Fue la última opción clara de gol en un empate bien trabajado por ambos equipos. Lástima de arbitraje que vuelve a embarrar un partido del Madrid por tercera semana consecutiva. Los colegiados lo ponen muy difícil para hablar sólo de fútbol.
/escrito por José María Rodríguez para Marca
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