Con la igualdad, los suizos quedan con la clasificación casi amarrada y los escoceses aspiran a ser mejores terceros
Las calculadoras ya empiezan a echar humo en algunos países. Y si no que lo pregunten en Escocia, donde después de empatar contra Suiza ya hacen cábalas para ver de qué manera podrían meterse en los octavos de final de esta Eurocopa incluso como terceros de grupo.
El choque entre escoceses y suizos fue uno de los más discretos que se han podido presenciar hasta el momento en esta Eurocopa. Fue un juego de fallos, un partido de esos en los que durante minutos no sale nada y en los que quedó claro que Escocia es una selección con muchas limitaciones, y también que Suiza no iba a apretar el acelerador a fondo.
En realidad, a los helvéticos les valía con un empate para casi dejar visto para sentencia su pase a los octavos de final. No de forma matemática, pero casi lo tienen en la mano.
El gol del empate suizo fue una obra de arte de Shaqiri. Pero al pequeño futbolista helvético se le dio la chance de fabricar esa definición por un grave error de Anthony Ralston, quien intentó jugó la pelota hacia atrás en una salida y se la regaló. Pero, de ahí a colocarla en un ángulo como lo hizo el suizo hay mucho trecho
A Suiza le bastó con igualar el gol inicial de su rival y luego jugar en el alambre en un final de partido que pudo caer de cualquier lado pero que no se decantó para ninguno.
Las urgencias eran todas para Escocia. Si a alguien le apremiaba la situación, si había una selección que podía empezar a sentir el agua al cuello, esa era la escocesa. Quizás por eso le metió un punto más de intensidad al arranque del partido que su rival, queriendo mandar un mensaje desde el principio.
Recurriendo a su fútbol, a lo más arcaico y sencillo de este deporte como son los centros laterales y los remates de cabeza, Escocia consiguió al menos embotellar en algún momento a una Suiza que trató de pasar el trago inicial de la mejor manera posible.
Esta insistencia de los escoceses no tardó en encontrar una preciosa recompensa. Fue además al contraataque, la otra forma en la que esta selección puede hacer daño de forma más sencilla. McGregor se internó por la banda izquierda, recortó y puso un pase atrás para la llegada de McTominay. El del United no remató demasiado bien, pero se topó con la suerte porque Schär, en su intento de despejar, desvió el balón y se lo introdujo en su propia portería.
Antes del descanso todavía tuvo tiempo Ndoye para dejar un par de detalles en el combinado suizo. Primero con una contra en la que no acertó a definir, y posteriormente con un gol que terminó siendo anulado por fuera de juego.
Más de lo mismo
El partido estaba siendo más bien terrorífico en cuanto a detalles técnicos se refiere, pero al menos tenía la emoción de los goles y de dejarlo todo abierto para el segundo acto.
La segunda parte no mejoró en lo futbolístico y siguió por los mismos derroteros que la primera. Sin brillo, sin grandes combinaciones colectivas, sin destellos individuales de magia. El poco peligro lo puso Ndoye de nuevo en el lado suizo. El jugador helvético se plantó mano a mano ante Gunn, pero cuando todo el mundo cantaba gol el portero sacó una mano increíble para evitar el tanto.
Embolo vio cómo le anulaban un gol por fuera de juego claro, y Escocia trató de apretar como pudo hasta el final dentro de sus grandes limitaciones, que las tiene, pero nadie consiguió volver a golpear. Cada selección se llevó un punto que, visto en perspectiva, no le viene tan mal a ninguna de las dos.
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS