El Barça desaprovecha una ocasión de oro y se estrella una y otra vez en el muro pepinero tras el tempranero gol de Sergio González
Colosal batacazo del Barcelona en casa, ante uno de los equipos más flojos de la categoría, al que bastó con marcar un gol nada más comenzar a la salida de un córner y fiarlo todo a su portero en las escasas ocasiones que generó (claras, pero muy pocas) el Barcelona para llevarse un triunfo histórico y forzar un ridículo colosal del líder, que había visto la noche anterior como el Madrid empataba y podía aumentar su ventaja. Imperdonable. Y Araujo tendrá que esperar para reaparecer.
Otro tropiezo en casa, segundo consecutivo después del encuentro ante el Las Palmas, con una diferencia: el conjunto canario aportó fútbol. Y, además, en el tramo final de aquel partido hubo dos penaltis claros a los que agarrarse para buscar una explicación. Esta vez no hay explicaciones que valgan.
Gran laguna mental y enérgica de un Barcelona irreconocible, que ha ido regalando la ventaja que había adquirido en el trepidante inicio de Liga. Se ha quedado sin fuerzas, como si esta inacabable fase de pseudo-liga de Champions (que en realidad no sirve para otra cosa que para establecer los emparejamientos de las eliminatoprias) le sorbiese toda la energía.
Otra cosa esperaban, sin duda, los aficionados que decidieron desafiar el frío e ir a ver un Barcelona-Leganés. De buenas a primeras el partido, ya de por sí desapacible y con una especie de Charanga del Tío Honorio como único foco de ambiente, por llamarlo de alguna manera, en el espacio que hasta hace poco ocupaba la Grada d’Animació, se puso hosco y desagradable.
Muy empanado se presentó el Barça. Peña tuvo que evitar el gol de Munir en una internada en un despiste defensivo inicial, pero a la salida del córner que cedió el meta el Leganés se avanzó en el marcador con un remate impecable de cabeza de Sergio González, libre de marcaje ante la desidia general.
Bastó esa acción para que el partido fuese infumable. Le correspondía la marca a Koundé, pero se despistó y Eric no pudo llegar, bloqueado. A partir de ahí, a remar. Pero los músculos estaban atrofiados. Ni ideas ni ritmo. Y el poco ritmo que había lo rompía el Leganés con pérdidas constantes de tiempo.
Resonaron las alarmas cuando dio un susto Lamine Yamal, con una torcedura de tobillo en una acción con Cissé. El drama se acentuaba. Por el camino, un Barça que, a fuerza de pisar campo contrario, generó ocasiones, más por insistencia que por lucidez.
En cuanto al ‘nueve’ del Barça, se ha quedado sin pólvora. Lewandowski tuvo dos muy claras: solo ante Dmitrovic a pase de Raphinha, remató al muñeco; y, más adelante, hizo un gran control acribático tras un buen pase de Pedri, pero su remate fue tan defectuoso como el anterior y Dmitrovic volvió a rechazar con el pie.
Muy concentrado, el meta pepinero era el héroe del Leganés y sacó de forma espectacular un buen rermate de primera de Raphinha tras un centro de Balde.
El brasileño fue el más activo del once barcelonista junto con Lamine Yamal, que ya en el amplio descuento del primer tiempo (cinco minutos por las inacabables pérdidas de tiempo visitantes) se fue con un regate seco de su par y chutó con la izquierda, pero alto.
Con todo el trabajo por hacer, el Barça regresó al partido más brioso y Koundé remató fuera por poco nada más comenzar tras buena jugada de Raphinha. Pero las ideas seguían oxidadas y el subidón duró poco.
Al Leganés se le abrían las puertas de un milagro absolutamente inesperado y, con el paso de los minutos, se hacía más y más impenetrable, mientras cada ocasión era aaprovechada para tumbarse en el suelo y perder tiempo.
Ni Lewandowski ni Dani Olmo habían aportado nada, uno entre líneas y otro, en punta de remate. De manera que Flick, desde la sala de Montjuïc en la que siguió el partido, comunicó con Sorg, en el área técnica, e hizo entrar en juego a Ferran y Fermín, los dos jugadores que tan buen resultado habían dado en Dortmund saliendo también desde el banquillo. Pero ni por esas.
INÚTIL ASEDIO
Increíblemente, pasaban los minutos sin que el Barça generase ocasiones, más allá de dos acciones en las que el público pidió penaltis, inexistentes ambos. El primero, una caída de Raphinha tras un leve contacto; y el segundo, en una acxción de Koundé con despeje a córner de Javi Hernández, que el galo ni protestó.
Con la necesidad de evitar un tropiezo inadmisible, el Barcelona seguía volcado. Una acción de Raphinha con pase a Ferran dervivó en pase a Koundé, cuyo remate cruzado se fue por poco. Asedio infructuoso y desordenado en los minutos finales, con un chut de Fermín que iba dentro y una falta al borde del área en el último suspiro que Raphinha mandó fuera.
/MundoDeportivo
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