Un gol del meta marroquí en el último instante le dio el empate a los de Lopetegui
Un gol de ¡Bono!, portero del Sevilla, le dio un punto al equipo andaluz en el último segundo ante un Valladolid que mereció más por su buen partido defensivo pero que vio cómo el meta marroquí anotaba en una jugada donde el balón no terminó de salir por línea de fondo para que el portero rematase al fondo de la red. Un punto que le sabe al Sevilla a gloria, mientras que a los pucelanos se le escapan dos en la línea de meta. Todo lo sufrido por los sevillistas en estas semanas atrás, como aquel gol de Piqué en el alargue en la semifinales de Copa, le vino en parte devuelto con ese tanto de su portero en el último instante. Un punto que vale oro para la Champions. Un punto amargo, para el otro lado, por la permanencia.
El primer tempo fue el clásico de dos equipos que tratan de amoldarse a un partido con frío de inicios de primavera y donde se estudian de forma excesiva. El Sevilla tenía más la pelota, con un control ficticio, habitual en el conjunto hispalense, de mover de lado a lado sin terminar culminando las jugadas. De controlar sin morder. La más peligrosa fue al inicio, con un disparo sin potencia del Papu Gómez, que arrancó jugando y la izquierda y volvería a constatar que no está cómodo en el sistema de Lopetegui, y el rechace no pudo cazarlo, aunque lo rozase, un En-Nesiyr excesivamente desasistido en la punta del ataque. Óliver Torres era el único que trataba de cruzar la frontera del pase habitual, con Jordán demasiado preocupado en otras labores, sin atender realmente a la que le necesitaba su equipo. El Valladolid veía que el Sevilla no iba. Pues le iba a tocar proponer.
Sergio adelantó un poco la presión ante la sonrisa del Sevilla, al que le gusta la presión alta para intentar atacar con menos obstáculos. Eso si sale bien de la presión, que no fue el caso. La ausencia de Fernando en el equipo le hace un roto en la salida, ya que ni Koundé se despliega, ni ningún otro jugador es capaz de ofrecer un verdadero camino. El conjunto pucelano veía que su paso al frente funcionaba. El Sevilla no salía con fluidez y se iba acercando a la portería de Bono. Sin peligro real, pero al menos había cambiado el ritmo del encuentro.
Hasta que poco antes del descanso, con un balón sin aparente peligro sobre Weissman, entre Diego Carlos y Rekik le hicieron dos penaltis en uno. Sin mirar la pelota. Orellana transformó el regalo. No había tiempo de reacción. Lopetegui movió el banquillo al descanso con Acuña y Ocampos. Cuando das descanso a los mejores, muchas veces aparece el cartón. Colocó una defensa de tres, con los argentinos en los carriles. Apuesta arriesgada.
El Valladolid seguía cómodo, con una presión que obtenía premio ante un rival con las energías muy justas, lo que tampoco aclaraba las ideas. Daba la sensación, con tanta imprecisión y nervios en el conjunto andaluz, que antes llegaría la sentencia que el tanto de la igualada. El Sevilla quería empatar sin merecerlo, sólo con empuje de sus recién entrados hombres de banda, pero sin fútbol real. Lopetegui, al que le mostraron amarilla, había quitado a Óliver Torres y se quedó sin ese hombre que servía de enlace. Tres centrales más Gudelj Y Jordán era demasiado armazón para ir perdiendo. Lopetegui volvería a mover el banquillo y colocaría, ahora sí, un equipo más ofensivo en busca del empate. Los de Sergio no sufrían y estaban cómodos defendiendo lejos de su portería. La primera del Sevilla, en ese tramo final, fue para Rakitic tras buena acción del Papu en línea de fondo. Los zurdazos del croata siempre buscan portería sin fuerza. Atrapó Roberto.
La primera ocasión real para los sevillistas fue para Luuk de Jong, quien cabeceó en boca de gol al palo con toda la portería para él. Buscaba el Sevilla ese empate que le mantuviese con una buena ventaja por la Champions antes del parón pese al cansancio acumulado. Una segunda mitad de intentos estériles del Sevilla, con un Valladolid que tiró de orden y saber estar para sumar tres puntos vitales por la permanencia. De Jong tuvo otro cabezazo que envió fuera. No era la noche del conjunto andaluz. O eso parecía hasta el último minuto, donde aparecería Bono, quien siempre salva con sus paradas y le tocó hacerlo con un gol para sumar un punto de oro por la Champions, que incluso puede agrandar su ventaja con la quinta plaza. Al Valladolid no le sabe a nada. Se le vuelan dos y encima con un gol del portero rival.
/Marca
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