El Real Madrid coronó su vía crucis de tres partidos, a cual más exigente, como lo hacen los grandes, con una victoria incontestable y de prestigio. En el derbi, ante un líder que no había perdido un solo partido y había encajado sólo dos tantos hasta la fecha. Los blancos fueron un reloj de precisión frente a un Atlético irreconocible, que exigió poco. Por cansancio o por lo que fuera. Sólo ofreció signos de orgullo al final, con Kondogbia en un verde donde ya no estaban ni Joao Félix ni Suárez, ambos enfadados con los cambios.
Poco se pareció el Atlético que compareció en el Di Stéfano al equipo dominador que llegaba como invicto. Con tres centrales y Carrasco como carrilero zurdo, los rojiblancos no encontraron el hilo del derbi hasta bien avanzada la función, ya en desventaja. En ese sector, la banda derecha, fue donde el Real Madrid labró su superioridad , con Carvajal como lateral y Lucas por delante. O sea, piernas y pulmones para regalar. Desde esa zona partió el robo que cayó a Benzema, escorado en el área. El francés lo transformó en un zurdazo de gol. Lo evitó Oblak con su guante de siete leguas, desviando el disparo sobre el palo. Poco pudo hacer el esloveno en el córner del cuarto de hora que botó Kroos y convirtió, sin discusión, Casemiro junto al palo. Herrera, en la marca, resbaló en el lance, como ocurrió durante todo el primer acto.
Zidane aplicó la lógica con su once. Mantuvo a Lucas, ganado a pulso en ausencia de Carva, y repitió con el centro del campo que sacó al equipo del atolladero en las dos finales anteriores. Kroos y Modric disfrutaron como enanos con los espacios concedidos por el Atlético. El croata apareció siempre donde convenía, dando apoyos y rebasando líneas, mientras el alemán brilló al toque, agilizando la salida.
El Atlético no dio señales de vida hasta que apareció Joao Félix y el Cholo cambió el dibujo. Archivó los tres centrales y colocó a Hermoso de lateral. El ‘7’ rojiblanco se retrasó para desatascar el juego. Lo hizo, arrancando incluso la amarilla a Casemiro. Muy lejos, en todo caso, del área rival, con Suárez inactivo. Tuvo un par de opciones de ataque más el Madrid, sin mucha precisión, antes de la pausa que usó Simeone para dar la vuelta a su equipo. Hasta tres cambios introdujo el técnico: Lodi, Lemar y Correa al verde, por Felipe, Herrera y Carrasco. Cambió algo el paso rojiblanco, trasladando la bola a campo madridista.
Lo que es el fútbol. En su primera llegada clara, el Atlético pudo empatar. Marcos Llorente, que conocía bien el terreno que pisaba, apareció como interior diestro y puso un balón en área chica para empujarla. No acertó a desviar Varane, forzado, y Lemar, cómodo, remató al lateral de la red. Y como esas ocasiones no se perdonan, el Atlético lo pagó con intereses. Un error de Lodi obligó a Correa a interceptar a Kroos cuando iba a anotar. Crecía el Madrid y la respuesta del Cholo fue desconcertante, retirando a Joao Félix. Con marcador en contra. Por Saúl. Es de suponer que para dar más vuelo a Llorente, pero restando talento y desequilibrio. El portugués se marchó endemoniado.
Resolución blanca
No hubo opción a comprobar las intenciones del técnico rojiblanco. Un ataque blanco llegó escupido a zona de rechace para Carvajal, que controló y reventó la bola desde muy lejos. La volea se estrelló contra el palo, salió hacia el campo pero entró después de rebotar en la espalda de Oblak. No quería. Como el 90% de los tantos en propia meta. Sin él, no habría sido gol.
El 2-0 remató el derbi, muchísimo menos disputado de lo que se esperaba. El factor Champions igualó el desgaste, pero fue el Madrid quien mejor gestionó el esfuerzo. Apretó en los momentos exactos para endosar al Atlético tantos goles como había recibido en todas las jornadas anteriores. Zidane aplazó los cambios hasta el tramo final y reservó a Carvajal, recién reaparecido. También reemplazó a un discreto Vinícius. Simeone agotó cambios con Kondogbia, que sí asentó la medular. El tramo final fue rojiblanco, con un cabezazo de Saúl a quemarropa, bien servido por Lodi, que encontró la respuesta sobresaliente de Courtois. Le probaron poquísimo, pero con exigencia. El belga siempre responde.
Total, que el campeón sacó el orgullo en situación agónica para devolver la estabilidad a su entrenador y rescatar la emoción por la Liga. Simeone tiene razón al argumentar que es demasiado pronto para sentencias. Sigue líder, aunque el derbi le despoja de su coraza de invicto. Mérito de un gran Madrid, que aún tiene la asignatura pendiente de la regularidad. El examen empieza el martes.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca de España
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