Militao, con una lesión grave de rodilla, Lucas Vázquez y Rodrygo se fueron lesionados mientras el brasileño anotaba tres goles
El Real Madrid es un equipo irreductible que nunca se rinde. Cuando más complicada es la coyuntura, más se crece. Y en este partido atípico ante Osasuna, por la hora del mismo, los blancos sumaron a las dudas por las derrotas el mayor infortunio que se recuerda en el Bernabéu en décadas. Hasta tres jugadores se lesionaron de diferente gravedad en quince minutos. Un periodo de tiempo en el que pese los de Ancelotti se sobrepusieron a los contratiempos y anotaron dos goles que allanaron un choque en el que la cabeza de la grada y de los jugadores estaba más pendiente de la rodilla de Militao que de lo que ocurría en el césped. Además, Bellingham se estrenó como goleador y un ansioso Kylian Mbappé confirmó que está bloqueado.
Advirtió en la previa Carlo Ancelotti que había detectado el problema y señaló a los jugadores al recetar la solución: “Sacrificio, concentración y trabajo colectivo”. La respuesta fue una actitud más enérgica de lo habitual que llevó al Real Madrid a forzar siete córners en los primeros catorce minutos. La grada estaba fría, quizás por ser hora de aperitivo más que de fútbol o por los últimos resultados. Pero puso de inicio más de su parte el equipo que la afición. Osasuna, por su parte, se replegaba ordenadamente esperando la oportunidad de que Bryan Zaragoza clavase el colmillo a Lucas Vázquez.
A los veinte minutos, sin que el dominio blanco se tradujese en superioridad, se marchaba Rodrygo lesionado dejando su sitio a Brahim. Carletto respetaba la jerarquía del vestuario en lugar de apostar por Endrick o Güler. Las ganas iniciales se iban enfriando con el paso de los minutos para tranquilidad de un Herrera que vivía plácidamente. Y entonces, en una jugada sin peligro aparente, Militao acudió a un remate, pisó mal y se le fue la rodilla, esta vez la otra. El brasileño salió llorando en camilla del campo, entrando el canterano David Asencio, porque Vallejo no cuenta para Ancelotti.
Lo más reseñable en la primera parte era, desafortunadamente, el parte de lesiones blancas. La de Militao aparentemente muy grave, la de Rodrygo, preocupante por reincidente. Al Madrid lo ha mirado un tuerto con el tema de las rodillas en las dos últimas temporadas: Militao, Courtois, Alaba, Joan Martínez, Carvajal, Militao… Andaba el Bernabéu digiriendo el varapalo cuando Camavinga recuperó un balón que Bellingham convirtió en un pase rápido a Vinicius, quien encaró y recortó para marcar. Gol que festejó abrazándose a Carletto para reflejar la unidad del vestuario. Pero no paró ahí la agonía blanca porque minutos después era Lucas quien se iba al suelo tocándose el muslo izquierdo, lo que provocó que Valverde se colocase de lateral ante la dantesca situación del equipo. Y en medio del infortunio Asencio regaló un pase 50 metros a Bellingham para dejarle solo ante Herrera, al que batió con una vaselina. El primer gol de esta temporada del inglés despertaba al Bernabéu. El caos había descolocado a Osasuna, lo que rentabilizaron los blancos con dos goles en ocho minutos.
En la segunda parte, con el equipo reconstruido con una defensa inédita formada por Valverde, Asencio, Rudiger y Fran García, Modric entró en el medio por Lucas y Ancelotti, en una maniobra muy inteligente, dejó que Mbappé se acostase a la izquierda para ganar confianza. A la hora de partido un córner de Osasuna fue cazado por Lunin, que sacó un pase al pie a Vinicius, quien acabó regateando a Herrera para anotar el tercero. Los rojillos se deshacían como un azucarillo mientras todos los madridistas celebraban con Lunin la asistencia de gol del ucraniano.
El Madrid recuperó la agresividad tras pérdida y los visitantes se suicidaron con una presión alta que dejó una pradera a la espalda de su defensa, lo que vaticinaba una goleada blanca para resarcir el disgusto por las lesiones de sus jugadores. El cuarto llegó tras un robo de Brahim a Boyomo, al que su portero puso en una tesitura complicada, y el marroquí cedió a Vinicius para que marcase su tercer tanto. Hat-trick del brasileño que se empeñó en ayudar a Mbappé a sacudirse la ansiedad que arrastra marcando algún gol. Y hasta Carletto hizo una concesión a la grada dando un cuarto de hora a Güler y Endrick, que escoltaron a Kylian hasta el final del duelo. Mbappé debe tumbarse en diván de Ancelotti porque más allá de su incompatibilidad táctica con Vinicius tiene un problema de confianza en el área. No es un problema de marcar, el asunto es más grave y afecta a su mala toma de decisiones. Finalizado el partido lo más importante era conocer la gravedad de las lesiones, especialmente de la de Militao, contratiempo que condena al Real Madrid a acudir al mercado de enero.
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