No siempre la una va de la mano con la otra. Por ejemplo, Maradona y Pelé. Es perfectamente válida la discusión respecto a quien fue el mejor de todos los tiempos dentro de una cancha de fútbol. Pero, fuera de ella, nadie puede poner en duda que las virtudes del astro brasileño son tantas como los defectos del crack argentino. Con los “referentes” de la selección chilena, lamentablemente pasa algo parecido.
por Gerardo Ayala Pizarro
Entiendo que hoy, nada puede ser más impopular que criticar a quienes son elogiados por todo el mundo, especialmente después de la exhibición de fútbol dada ante Venezuela. Sin embargo, hay un tema que tengo atragantado y no puedo dejar de referirme, aunque me traiga como respuesta una andanada de garabatos y recuerdos para mi muy querida madre.
Me refiero, usted lo debe suponer, al tema de los premios de la selección chilena.
Especialmente, lo que me motivo a escribir esta columna, fue una respuesta dada por Claudio Bravo una vez terminado el encuentro en el estadio CAP de Talcahuano: “Por tres jugadores que están alegando, no podemos echar para atrás un acuerdo tomado mayoritariamente por todos los integrantes de la selección”.
Como nadie se atrevió a replicarle, yo le digo al capitán de la selección chilena (un arquerazo, por lo demás, eso no está en discusión) que nada está más alejado de la realidad matemática del hecho. Porque, a saber, lo que está en discusión es lo siguiente:
Fueron aproximadamente tres millones de dólares los que había que repartir y que se consiguió tras la negociación de la directiva que preside Sergio Jadue con una comisión integrada por Claudio Bravo Gary Medel, Arturo Vidal y Jean Beausejour.
La lógica, indicaba que este monto se repartiera entre los 61 jugadores que, en mayor o menor medida, habían hecho el gasto para que Chile clasificara al Mundial de Brasil.
Aproximadamente, unos cuatro millones de pesos para cada uno.
Sin embargo, por iniciativa no se exactamente de quien (sólo puedo asegurar que no fue de Jean Beasejour y el Pepe Rojas, que votaron en contra del acuerdo) se tomó un acuerdo entre gallos y medianoche que determinó la repartija del premio sólo entre 16 seleccionados.
Por lo mismo, cuando Bravo dice que sólo son tres los que están alegando (seguramente se refiere a Braulio Leal, Hans Martínez y el Nico Péric) se olvida que los excluidos del reparto de la torta fueron en total 45 seleccionados nacionales.
Puede argumentarse (y eso no lo discuto) que el aporte de alguno de ellos fue mínima al lado de lo que entregaron el propio Bravo, Medel, Alexis, Vidal y el resto de los “referentes” para llevar a Chile al Mundial de Brasil.
Sin embargo, a los que estuvieron citados aunque fuera una sola vez y llegaron a entrenar y concentrarse en Juan Pinto Durán, les correspondía al menos una parte proporcional del premio.
Porque, esto es lo más discutible: ¿qué parámetros se tomaron en cuenta para la repartija?
Por ejemplo: es cierto que Johnny Herrera estuvo citado mucho más que Esteban Paredes. Sin embargo, el arquero de la “U” siempre estuvo en la banca y el goleador de Colo Colo, en su momento, vino especialmente desde México para convertir un gol decisivo ante Uruguay. ¿Cuál aporte, a su juicio, fue más significativo?
Bueno, para Herrera hubo premio y para Paredes, ni siquiera las gracias.
Otro ejemplo: David Pizarro resolvió volver a “la roja” y esa determinación fue un golpe motivacional tremendo para todo el mundo. Francisco Silva fue convocado al final, cuando Sampaoli “descubrió” que podía servirle en línea de tres.No creo que haya habido un solo periodista esperando al “Gato” la primera vez que llegó al Aeropuerto, en cambio no faltó nadie cuando arribó el Fantasista. Sin embargo, para este no hubo premio y para el otro, si.
En definitiva la lista se cerró con el “Mago” Valdivia (72 mil dólares, poco más de 40 millones de pesos) para que su mujer se compara más zapatos de los que ya tiene), pese a que este (siendo un jugador de un talento inigualable, como lo acaba de ratificar ante Venezuela) jugó y estuvo citado tanto o menos que otros que no cobraron ni uno.
EL CAMELLO, LA AGUJA Y EL PAJAR
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo”, decía una de las parábolas de Cristo a sus discípulos.
Haciendo la salvedad que en Jerusalén, había varias puertas en sus muros; una de ellas era la puerta llamada «aguja». Los camellos, debido a que son altos y arrastran su joroba, debían arrodillarse para poder entrar por esa pequeña puerta.
A eso era en realidad lo que se refería el Mesías y no significaba por cierto, que ningún rico pueda ingresar o tenga méritos para disfrutar de la Vida Eterna.
Sin embargo, como en cada una de sus palabras, había una lección de sabiduría, Cristo señalaba que el dinero te otorga muchas cosas, pero a su vez te quita otras: como la humildad y la calidad humana.
Lamentablemente, es lo que pienso que ha sucedió con los “referentes” de la selección chilena. No quiero caer en el descrédito de decir que son ávaros, ruines o miserables, porque no me consta.
Pero, esta actitud resulta inexplicable en individuos que cobran sumas siderales (y merecidas por su talento, eso no se puede negar).
Alexis Sánchez, por ejemplo, cobraba 259 millones de pesos mensuales en Barcelona y se fue al Arsenal por una cantidad cercana a los 300 millones al mes.
Arturo Vidal, cobra un poco menos en la Juventus: unos 200 millones de pesos mensuales, que seguramente duplicará si es transferido al Manchester United.
Jorge Valdivia, Gari Medel, Claudio Bravo, Mauricio Isla y Charles Aránguiz están por sobre los cien millones de pesos mensuales.
¿Y aún así se atrevieron a meterle la mano en el bolsillo a compañeros que en Chile, con suerte, deben cobrar unos cinco millones de pesos al mes?
¿Qué fue lo que llevó a los anteriormente nombrados a olvidarse de sus orígenes y perder su calidad humana?
Será tal vez el ejemplo que viene desde lo más alto, porque es sabido los métodos desleales que se emplearon para “hacerle la cama “ a Claudio Borghi.
Y si jefe se porta así (exigiendo al máximo a jugadores lesionados, sin importarle el riesgo que corren como personas), que más le podemos pedir a sus subordinados.
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