Pocos entrenadores en Chile han tenido tanta prensa a favor como la que tiene Mario Salas. Y lo que es más extraño, sin haberle ganado a nadie. Porque, hasta ahora, no exhibe ningún título y por el contrario, partido importante que ha jugado, lo ha perdido. Y generalmente por cifras abultadas.
Sin embargo…juega al ataque.
Y eso, en nuestro país, para una prensa mayoritariamente Bielsista y Sampaolista, es la llave que abre todas las puertas del cielo. ¡Que importa que le hayan hecho 24 goles en 13 partidos! Total, él ha hecho 30.
Personalmente, soy hincha de un entrenador que siempre ha navegado con la prensa en contra, desde que llegó a U.Católica: Martín Lasarte.
A él si que le exigieron títulos, sin importar que haya llegado a tres finales consecutivas. Que las perdió y eso no está bien, por supuesto. Pero, para perder una final, primero hay que llegar a ella.
Lo concreto es que este Domingo de Ramos, Lasarte volvió a San Carlos de Apoquindo y lo hizo en gloria y majestad.
Se que no ha sido jamás su intención (porque además el uruguayo es un gran tipo y está muy lejos de ser rencoroso y andar pensando en taparle la boca a medio mundo), pero es indudable que en 90 minutos le dio una lección de fútbol casi perfecta.
Lasarte hizo todo lo que no hizo Salas y por eso, la «U» le pasó por arriba a Católica. Partió por seguir al pie de letra el librito que leen a diario los mejores entrenadores del mundo (Louis van Gaal, Joachim Löw, Pep Guardiola, José Mourinho, Carlo Ancelotti, Alejandro Sabella, el Tata Martino, Manuel Pellegrini y el «Cholo» Simeone») y que dice con letras destacadas que «los grandes equipos se arman de atrás hacia adelante.
Por eso, planificó el partido a la perfección para anular a Universidad Católica, lo que en verdad a esta altura no parece tan difícil y para ello hay que partir por quitarle la pelota y dejarlos correr como locos hasta que se agoten.
Porque, de jugar, juegan muy poco. Todos se aceleran, nadie hace una pausa. Por lo mismo, de cada diez pases se equivocan en siete. Con ese convencimiento, Universidad de Chile se preocupó de no dejar espacios para la velocidad de Mark González (fue tan bien anulado por Corujo, que tuvo que salir sustituido) y para hacerle una doble marca zonal al «Pájaro» Gutiérrez. Un defensor (Pepe Rojas) para impedir que recibiera de espaldas al arco y el otro (Osvaldo González) esperándolo, por si le resultaba el intento. Sólo una vez se les escapó y fue porque no les resultó la línea del off side. El remate del delantero remeció el travesaño.
Y de medio campo hacia arriba, muy simple: tener la pelota, tocar y esperar el momento. Que cuando se juega con Católica, es un momento que siempre llega, ese en que se desorden las marcas y dejan un forado tremendo en el fondo. Por ahí entraron a placer Canales y Ubilla, que hicieron cuatro goles y pudieron hacer cuatro más.
¿Qué hizo, en cambio, Salas? Sacó nada menos que a Pulgar del medio campo (donde venía siendo una figuraza) y lo trasladó a la línea del fondo (tal vez para ser aún más ofensivo). Desastre total, porque perdió quite en el sector medio y no ganó abolutamente nada en defensa. Muy por el contrario, perdió rotundamente con Ubilla y Canales y no se entendió jamás con Álvarez en las coberturas.
Una gran lección la que le dio Lasarte a Salas de como se juega realmente al fútbol hoy en día. Ojalá la aproveche y cambie su manera de pensar. Que eso no es renunciar a un principio, es avanzar en la vida.
No me cabe la menor duda que Tito Tapia va camino a ser uno de los mejores (sino el mejor) entrenador del fútbol. Miren lo que ha ganado con menos de 40 años y sólo una temporada y media en primera división.
Pero, también para progresar, le falta mucho por aprender.
Y ojalá recoja las enseñanzas que le dio el día de viernes Santo, Dalcio Giovagnoli.
Que, desde la banca, le ganó el partido.
Partió muy bien Colo Colo, porque Emiliano Vecchio era un problema insoluble para Cobresal en los primeros minutos del partidos. El rosarino lo solucionó rápidamente: simplemente retrocedió unos metros a Ureña,le quitó espacio y libertad…y se acabó el «Gordo».
Por el contrario, con la salida de Pavez y el ingreso de Maldonado, Colo Colo dejó una tierra de nadie entre sus volantes y los zagueros centrales. Por ahí se ubicó Johan Fuentes para hacerse dueño del partido y hasta allá llegó Donoso, para recibir con suma libertad e iniciar las cargas que tuvieron de cabeza a Barroso, Vilches y compañía.
A propósito de Matías Donoso, utilizamos su nombre para resumir otra carencia que muestra el juego de Tapia y que destaca en la ofensiva de Giovagnoli.
Colo Colo tiene una sola manera de atacar, no hay plan «B». Posesión de la pelota, circulación y llegada tocando al arco contrario. Si eso falla, no hay otra alternativa y el equipo se consume en la inoperancia.
En cambio, Cobresal utiliza al propio Donoso de varias maneras. Ya sea pivoteando, ya sea incrustado en el área e incluso tirándose atrás, para arrancar lanzado como un camión hacia el área y probando su mortífero remate de distancia.
Y ojo, que a veces está solitario en ataque (viniendo Zúñiga y Escobar acompañando desde atrás) y a veces juega con Cantero al lado, teniendo dos puntas bien marcador.
Con una u otra fórmula, Cobresal crea peligro, hace goles y gana partidos.
Que Giovagnoli no es tan destacado por la prensa, a pesar de los campañones que hizo con Rangers y que ahora hace con Cobresal.
Lógico, es un declarado «no Bielsista». Y eso no se lo perdonan.
Gerardo Ayala Pizarro.
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