Pese a que habían obtenido un punto que puede ser salvador, Marco Antonio Figueroa llegó «obligado» a la conferencia de prensa posterior al encuentro con Unión Española. Prendió el ventilador, no aceptó ninguna pregunta y se fue
CALAMA.- Definitivamente, Marco Antonio Figueroa tiene aptitudes que sorprenden a medio mundo. Algunas de ellas, servirían incluso para un análisis en un examen a un alumno que quiera recibirse de médico psiquiatra. Por ejemplo, la de ayer en el estadio «La Madriguera», una vez terminado el partido con Unión Española.
Todos esperaban ver a un «Fantasma» que llegara alegre y dicharachero porque su equipo había conseguido un empate sobre la hora, con un penal bien cobrado por Enrique Osses y cuando el partidos y los puntos ya se les iban a los del mineral.
Sin embargo, el entrenador de Cobreloa ingresó a la pequeña sala de prensa habilitada para estos casos, se sentó con una cara de perro que asustó a todos los que estaban cerca, prendió el micrófono y se lanzó a hablar, derramando furia en cada palabra:
«Me pueden decir quien fue el imbécil al que se le ocurrió que los entrenadores estábamos obligados a hablar después de cada partido. Claro, porque o si no nos suspenden. Dedíquense mejor a buscar buenos entrenadores para las selecciones juveniles y no a inventar cosas como esta, que son hasta inconstitucionales. A mi nadie puede obligarme a hablar con los periodistas si yo no quiero hacerlo. Digánselo a sus jefes o a quien quiera escucharlo, yo aquí, sentado en esta silla, nunca voy a hablar de fútbol, nunca les voy a contestar ninguna pregunta. ¿Lo entendieron? Que bueno, porque ahora me voy y no me pueden castigar. Ya cumplir con venir a esta tontera»
Se paró y se fue.
Habían pasado 29 segundos desde que entró a la sala.
Récord absoluto para una conferencia de prensa
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