Con un Messi, que definitivamente es un extraterrestre, autor de dos goles (uno de ellos golazo), y con la viveza de Neymar para convertir de contra, el Barsa goleó 3 a 0 al Bayern de Guardiola y metió un pie y medio en la final de la Champions.
El segundo gol de Messi. La expresión máxima de talento
BARCELONA.- Messi.La explicación del triunfo del Barsa sobre el Bayern nace en Messi, sigue en Messi y finaliza en Messi. Y punto. Después, se podrá hablar del esquema de juego de uno y otro, analizar los cambios tácticos que metió Guardiola en pleno partido, etc. Pero al final, tenía razón Pep cuando, en la previa, aseguró que «así como está, Leo es imposible de parar». En apenas tres minutos de inspiración, con espacios, el crack argentino le dio el triunfo al Barcelona con su doblete y casi que sentenció la serie. El «casi» es porque la revancha se jugará en Münich y porque el entrenador de enfrente es Pep, con lo cual hay que darle un pequeño crédito al milagro alemán. Pero contra este Messi parece no haber equivalencias. Te liquida. Te deja pensando si es verdad y de qué planeta habrá venido.
Fue un partido entretenido de entrada, jugado al límite, de un vertiginoso ida y vuelta por momentos, pausado en otros, pero siempre con el Barcelona como equipo más peligroso, más punzante. Guardiola buscó la forma de neutralizar el desequilibrio de Lionel. Arrancó primero con una línea de tres hombres en el fondo pero, al ver que el Barsa comenzaba a llegar con facilidad, rearmó la defensa con cuatro atrás para aguantar el aluvión del local, que a esa altura ya había tenido un mano a mano de Luis Suárez que terminó en atajadón de Neuer. El arquero, en ese primer tiempo en el que el equipo de Luis Enrique fue superior y más profundo, resultó clave para el 0 a 0 parcial. Antes del final de los 45′ le tapó otro mano a mano a Dani Alves, también con su pie derecho.
Esa superioridad del Barsa, por la movilidad de su tridente y por el ataque de los espacios de sus volantes (en especial, Rakitic), cesó en el complemento. Ahí el vértigo incesante que le imprimió el conjunto culé al primer tiempo le dejó lugar al manejo de la pelota más pausado del Bayern. Mejor parado en la cancha, unos metros más adelante y siendo un equipo más corto, los de Pep tomaron el control del juego aunque sin generar peligro en el arco defendido por Ter Stegen. Lo bueno que generaba se diluía antes de pisar el área rival. Ahí, claro, es donde más extrañó la ausencia de sus dos extremos, Robben y Ribery, ambos lesionados, capaces de desequilibrar por afuera para definir por adentro.
Cuando parecía que el partidazo terminaría en cero, apareció Messi. Tras un robo de Dani Alves sobre la banda derecha, Leo recibió solo a dos metros del área. Un error imperdonable para el Bayern. Porque ese espacio le alcanzó al argentino para sacar un latigazo de zurda y batir a un Neuer que parecía imbatible hasta ahí. La bronca de Guardiola, lógica por la desconcentración de su defensa en esa jugada, se potenció tres minutos después. Leo recibió de frente al arco y encaró a Boateng. Al defensor alemán seguramente le deben estar haciendo estudios para saber si no tuvo fractura de cadera porque Messi, en un movimiento de adentro hacia afuera, lo dejó despatarrado en el piso como si hubiera recibido un piñazo de Tyson. Y cara a cara con Neuer, aquel arquero al que no pudo batir en la final de Brasil 2014, decidió picársela ¡con la derecha! para el 2 a 0. Gol no, go-la-zo.
Con esa diferencia, el Bayern se adelantó en esos diez minutos finales en busca de un gol que achicara la diferencia pensando en la revancha de la próxima semana en Münich. Y fue suicida porque le dejó huecos al Barsa para la contra. Y en una de esas jugadas, Neymar se fue solito hacia el arco rival y definió ante Neuer, de caño.
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