En este ambiente tan competitivo es hasta comprensible que cada uno vele por sus propios intereses y llegado el momento de tomar decisiones piense primero en su bienestar personal y después en quienes lo rodean.
Por eso, siendo lo que ustedes los chilenos denominarían como integrante del cuerpo técnico del «archirrival» quiero destacar la actitud de Héctor Tapia, cuando aún era el entrenador de Colo Colo, porque como parte del gremio nos ha dado a todos un ejemplo de lealtad y ética profesional.
Obviamente opino por lo que he leído en la prensa y he visto y escuchado en radio y televisión, pero todo apunta a que las negociaciones para la renovación de contrato de Tapia fracasó porque los dirigentes sólo querían renovarle a él y exigían la salida de su ayudante Miguel Riffo y del Profesor Ramírez.
Pese a su juventud (o tal vez por lo mismo), Héctor dejó de lado cualquier atisbo de egoísmo y no aceptó una imposición denigrante para sus colaboradores. Y ojo, que muchas veces los directivos buscan cualquier excusa para enemistar y separar a los integrantes de un cuerpo técnico. Si fue así en Colo Colo, les salió el tiro por la culata.
Personalmente, leí muchas veces en la prensa que a Martín Lasarte le habían impuesto algo parecido respecto a nosotros, sus colaboradores. Si alguna vez los dirigentes de la «U» lo pensaron, lo cierto es que nunca se lo propusieron. Por suerte, porque Martín se habría parado, les hubiera dado la mano y habría dado por terminada cualquier conversación.
Eso lo puedo asegurar y no me hubiera extrañado para nada, porque a Martín lo conozco y se de sobra la gran persona y lo fuerte de sus convicciones éticas, morales y profesionales.
A Héctor Tapia, en cambio y por razones obvias, lo conozco muchísimo menos. Por lo mismo, tal vez, me llamó la atención su actitud y no podía dejar de decirle públicamente que me siento orgulloso de tenerlo como colega de profesión
RODOLFO NEME, Entrenador ayudante de Martín Lasarte en Universidad de Chile
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