Como en los viejos tiempos, la Juve volvió a mostrarse como un equipo práctico y sacó un gran resultado en Turín ante un Mónaco que confirmó sus méritos para llegar hasta cuartos. Un polémico penalti de Carvalho sobre Morata permitió al chileno Vidal rentabilizar al máximo un gris partido de la ‘Vecchia Signora’, que vuelve a ser aquel equipo capaz de lograr mucho con muy poco.
TURÍN.- La gran imagen que había dejado hasta hoy el equipo de Allegri se esfumó entre la solidaridad defensiva de los hombres de Jardim. La verticalidad de Morata, el desborde de Tévez, la llegada desde segunda línea de Pereyra… todas las armas que han traído a la Juve hasta aquí las neutralizó un Mónaco impecable sin balón y con más argumentos de los esperados en ataque.
Pueden preguntarle a Buffon. El meta italiano tuvo que sacar un par de manos providenciales cuando la Juve se ahogaba en ataque y el Mónaco amenazaba al contragolpe. Carrasco avisó pero no tuvo la mordiente necesaria para poner a los de Allegri contra las cuerdas.
La ausencia de Pogba y la inactividad de Pirlo fueron un lastre demasiado pesado para la ‘Vechia Signora’. Las ocasiones fueron contadas y las sensaciones, nada buenas. Y como suele suceder en partidos tan cerrados, un error individual decantó la balanza del lado italiano. Carvalho se cruzó en la carrera de Morata y el colegiado checo Kralovec llevó la infracción desde fuera del área hasta el punto de penalti. Allí Vidal resultó letal.
Regreso a los orígenes
Allegri recuperó los tres centrales y replegó líneas en un abrazo un tanto desesperado a la tradición defensiva ya olvidada en el conjunto italiano. El regreso a las raíces, al competir por encima de la apuesta atrevida llevó a la Juve hasta un valioso triunfo que ahora deberá finiquitar en Mónaco. Allí el escenario será similar al del Signal Iduna Park, donde la Juve apabulló a su rival. Esta vez, la fiabilidad del rival es mayor y sus opciones de creer en la remontada, muy reales.
/Marca/
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