Pero hay más: en el mismo duelo se detectó la presencia de personas extrañas en la zona reservada exclusivamente a los jugadores y el cuerpo técnico. Incluso dentro de la cancha la Comisión ya había observado otra acción que está expresamente vedada: el delantero Pablo Solari le obsequió su camiseta a un aficionado que se la pedía mediante un letrero. Y una más: antes del choque frente a los cruzados, un jugador presentó molestias que podían asociarse al virus. Sin embargo, al arrojar negativo en la prueba de PCR, se le incluyó igualmente entre los citados.
Todos esos antecedentes serán acompañados en la presentación que llegará a mano de la Primera Sala del organismo sancionador del fútbol chileno, que preside Exequiel Segall. Ahí el tema toma otra arista: necesariamente se transformará en una disputa entre abogados. Por un lado, los que integran el tribunal. Por otro, los que, seguramente, tendrán que defender la postura del Cacique.
Estaban advertidos
El 9 de septiembre, frente al aumento de contagios de la variante Delta en el país, la Comisión había oficiado a los clubes respecto de una postura inflexible en relación al cumplimiento de los protocolos. También advertía respecto del rigor con que se debían cumplir la medidas preventivas, frente a la irrupción de una cepa especialmente peligrosa. “No alteraremos los protocolos sanitarios a este respecto y los haremos cumplir como están; sin embargo, recomendamos a sus áreas médicas tomar medidas para evitar los contactos estrechos y así disminuir la probabilidad de perjudicar el rendimiento de sus equipos al quedar todo el equipo o parte de él en cuarentena (recordando el compromiso de jugar los partidos con el plantel disponible). Lamentablemente, aunque tomen medidas, no podemos asegurar que la autoridad sanitaria no considere a todo, o parte importante del plantel como contacto estrecho”, sostenía una comunicación que llegó a todas las instituciones y, por ende, también a los albos.
Para peor, los albos son considerados reincidentes, lo que complica su suerte frente al inminente inicio de un proceso en su contra. En mayo, después del Superclásico frente a Universidad de Chile, 18 jugadores fueron inhabilitados producto de los descuidos: uno de ellos arrojó positivo para la enfermedad. Los 17 restantes fueron considerados contactos estrechos. Gustavo Quinteros debió recurrir a juveniles para conformar el equipo que se midió ante Ñublense y el resultado fue nefasto: derrota por 5-1 en Chillán. Tras el choque ante los cruzados, el desenlace fue el mismo: oncena improvisada y derrota frente a Audax Italiano, aunque esta vez un poco más decorosa: caída por 2-0, en El Teniente, de Rancagua.
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