Es sin duda la pregunta que se hacen muchos hinchas de Universidad de Chile: ¿A qué juega el elenco que dirige Rafael Dudamel? Más allá de que aún no consiguen un triunfo (igualdad y derrota en la Libertadores y sendos empates en el Campeonato 2021), los azules dejan múltiples dudas sobre cuál es la identidad futbolística que pretende el DT venezonalo. Ahora, seamos claros, no es llegar y establecer una forma de juego. El proceso demanda tiempo y paciencia, dos condiciones inexistentes en la demencia resultadista actual.
Solo hay visos en el panorama táctico de la U. Así aconteció también tras la llegada de Dudamel en la recta final de la temporada pasada y hoy la situación se repite. Tal vez, con mayor énfasis, a raíz de la reconfiguración que vivió el plantel con la llegada de nuevos futbolistas y la salida de referentes como Matías Rodríguez, Jean Beausejour y Walter Montillo. La imagen que entrega el equipo es como si estuviera partiendo de cero, a pesar de que el grueso de los jugadores se mantuvo.
Los comportamientos tácticos de los azules, tanto en la fase de ataque como en defensa, son apenas esbozos. No existe una repetitividad que marque tendencias, desencadenándose un contexto de juego impreciso, voluble, de insinuaciones, mínimos avisos que no terminan por consolidarse. Está pasando lo que acontece con los equipos en formación, cuadros que en fases iniciales de su proceso no logran dejar la etapa de ensayo y error. Así funciona el fútbol y los que de entrada andan como reloj constituyen la excepción.
Lo más claro en la U es el sistema de juego. En general, los azules no se han movido del esquema 1-4-2-1-3 y solo variaron en la visita a San Lorenzo en la Copa Libertadores, modificando la estructura a un orden posicional 1-4-4-2. El sistema táctico, por ahora, solamente es cuestionable por la ubicación de Ángelo Henríquez: actuaba improvisado de extremo o puntero izquierdo y Joaquín Larrivey era el ‘9’ del equipo hasta el empate contra La Serena. Pero por otro lado, en el mediocampo reproduce la organización posicional (doble volante central, respaldando a un ’10’) que hizo brillar en Cobresal a Marcelo Cañete, la gran apuesta como conductor de juego en 2021.
En ataque, Dudamel busca ‘abrir’ la cancha con dos extremos o punteros, cuya posición inicial es siempre muy cerca de la línea de banda. A esta amplitud le sigue el propósito de lograr profundidad por las puntas con acciones individuales o mediante asociaciones en las que el avance de los laterales resulta crucial. En el primer tiempo ante La Serena, algo de esto se pudo apreciar en las interacciones de la dupla formada por Yonathan Andía y Thomas Rodríguez, pero el juego constante y profundo por los costados todavía no aparece.
La forma colectiva de llegar a la arco rival se encuentra signada por la presencia de Cañete. Si en la temporada pasada el juego directo buscando los pivoteos de Larrivey fue una opción legítima, ahora sería un error caer en lo mismo con el ex Cobresal en la cancha. El ’10’ es un articulador de fútbol constante, que encuentra siempre el lugar libre para recibir la pelota, pero aún no se acerca a su desempeño del Campeonato 2020. Su presencia en la generación de fútbol ha ido de más a menos y extrañamente en La Serena, por varios pasajes, se ubicó como segundo ‘9’, al lado de Henríquez, en circunstancias que es un hombre para venir desde más atrás con el balón controlado.
Quizás lo más llamativo de la gestión de Dudamel, hasta ahora, guarda relación con el plano defensivo. El venezolano propone un equipo ‘corto’ cuando los azules son atacados. El silencio en los estadios, a raíz de la ausencia de público, nos permite escuchar que el DT permanentemente les exige a los zagueros no retroceder y acortar distancias respecto de la dupla de volantes centrales. La propuesta posee cosas buenas y malas: permite emplear el fuera de juego como un recurso defensivo, manteniendo a la oncena lejos de su portería, pero exige máxima concentración para detectar al rival que ataca las espaldas de los centrales evitando el offside. Por momentos, ha sido lo mejor que han hecho los azules. No obstante, la gran deuda tiene que ver indiscutiblemente con la producción ofensiva.
/Escrito por Pablo Ortega para As Chile
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