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Para el verdadero hincha de Universidad de Chile los temores se terminan cuando el equipo azul entra a la cancha.
A partir de ese momento no valen las estadísticas, la tabla de posiciones, el favoritismo y menos aún las figuras que pueda tener el rival.
Mi primer recuerdo es del año 1994. Fuimos con mi padre al estadio Nacional y yo no entendía como podía estar mi viejo tan optimista si enfrentábamos al que todos los periodistas coincidían en clasificar como el «dream team» del fútbol chileno. Y no era para menos: con Manuel Pellegrini en la banca; tres seleccionados argentinos (Fabián Vásquez, el Beto Acosta y el Pipo Gorosito), el Pato Toledo en el arco, Mario Lepe y el Piri Parraguez en medio campo, Seba Rozental, Lukas Tudor y Rodrigo Barrera en ataque. Y quedan varios más que no recuerdo con precisión.
Lo que más recuerdo de esa tarde es el duelo de Rogelio Delgado con el Beto Acosta y por supuesto el gol de Marcelo Salas. Minuto 80´, el centro pasado de VH Castañeda y el cabezazo del Matador ganándole a todo el mundo en el área. (Un gol que después se lo vi repetido casi con calco en un partido eliminatorio de Chile con Uruguay. En el mismo arco y con los mismos protagonistas).
Bueno, contrariando todos los pronósticos, esa tarde ganó Universidad de Chile 1-0 a Universidad Católica y de ahí se fue derechito hacia el título.
Y mucho más cerca en el tiempo, la final del 2011. Ahí me acuerdo de la fecha exacta porque fue un 12 de junio, oportunidad en que todos (salvo los que llevamos a la U en el corazón) daban por hecho era sólo un trámite para entregarle la corona de campeón a Universidad Católica, que se había impuesto con suma facilidad por 2-0 en la final de ida.
Más aún, cuando Lucas Pratto a eso de los 25´puso el 1-1 para los cruzados (había abierto la cuenta Gustavo Canales de penal), ya parecía una quimera pensar en la remontada. Porque había que ganar 4-1, ya que ni siquiera el 3-1 servía por el gol de visitante de los cruzados.
Sin embargo, lo imposible fue posible: un autogol y dos anotaciones más de Canales para que el cotillón que tenían preparado los cruzados tuvieran que metérselo por debajo de la sotana.
Entonces, si aquellas dos veces se pudo, porqué ahora no.
Más aún cuando aquella vez se jugaba por la gloria y este domingo la lucha es por la vida.
Por eso, no quiero hablar de aspectos futbolísticos, ni siquiera precisar porqué en la primera rueda ya ganó Universidad de Chile y olvidarme de estadísticas, favoritismo, planteles, momentos, de todo.
Lo único que vale este domingo es que en San Carlos de Apoquindo serán 11 camisetas azules contra miles y miles de cruzados.
Pero, esos 11 azules van a dejar hasta el alma en la cancha, no me cabe la menor duda, porque Universidad de Chile los necesita como nunca para seguir viviendo y no sufrir otra vez con el maldito fantasma del descenso.
Si, aunque sea tal vez el único que lo crea , el domingo damos la sorpresa: gana Universidad de Chile
Por Marcelo Barranti,
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