El cuadro millonario obtuvo su primer tirunfo en el torno local en esta nueva etapa de Marcelo Gallardo. Y lo hizo brindando una gran exhibición ante uno de los punteros del torneo
Las energías fluyen en el Monumental al ritmo de la pelota en el campo de juego. Se canta en las tribunas por la Copa Libertadores y contra Boca, a días del inicio de la serie de cuartos de final con Colo-Colo y del Superclásico en la Bombonera. Pero en el césped se toma con seriedad el encuentro ante Atlético Tucumán, el escolta en la Liga Profesional, que sucumbe en Núñez y se queda con las ganas de subirse a la cima. Y tras un arranque adverso, River se sobrepone con momentos de buen fútbol y da vuelta el partido para golear 4 a 1 y conseguir el primer triunfo en el campeonato local de Marcelo Gallardo tras su regreso.
En el último tramo del primer tiempo, River se reencontró con el juego y la nave se enderezó. Entonces, hay un despegue y el vuelo futbolístico que pretende Gallardo empieza a ser visible. Para dar vuelta el marcador, hay conexiones con buenos pases, aparecieron las sociedades y se reflotaron la recuperación tras pérdida y la presión alta. Y fueron determinantes las proyecciones de los laterales. Son los conceptos del decálogo del Muñeco.
Para desmpolvar el manual, River apela también al caos desordenado. Los jugadores salen de sus casillas y la estructura se mueve. ¿De qué sirve tenerlo a Echeverri pegado a la raya cuando el Diablito necesita moverse constantemente para gravitar? Cuando el juvenil se soltó, River encontró más juego. Porque quitó la referencia, se asoció más a Nacho Fernández y a Meza y encontró los espacios para filtrar pases, como hizo en el segundo gol, en el que habilitó a Fabricio Bustos, quien llegó al fondo y tiró el centro a Miguel Borja. El tanto se gritó con delay porque el árbitro Sebastián Zunino no había visto que la pelota había entrado en su totalidad y desde el VAR se lo avisaron. Aunque quedó la duda de una posible mano del colombiano.
Hasta ese tramo final de la primera parte, las jugadas de River habían sido esporádicas. Y por más que había voluntad, el juego no fluía tanto. Entonces, dependía de alguna patriada individual. Como cuando González Pirez conducía desde el fondo. Aun con sus dificultades para el manejo de la pelota, hubo una buena habilitación de Pirez a Nacho Fernández, cuyo remate sacó Durso. Y lo que no pudo por abajo, River lo encontró por arriba. Nacho puso la pelota en la cabeza de Pirez para el empate parcial.
Gallardo había apelado a un 4-3-3 pero hasta que el equipo no encontró movilidad, no tenía tanto peso ofensivo. Meza y Echeverri, los extremos, no lograban explotar las bandas al principio y quedaban aislados del resto. Cuando se cerraron, los laterales arrasaron. Y sus presencias en ataque fueron importantes. Bustos había sido clave en el segundo gol y Acuña lo fue en el tercero, concretado por Meza con un cabezazo. Ese tanto le dio tranquilidad a River y el Muñeco pudo hacer cambios para cuidar piernas de cara al duelo del martes con Colo-Colo por la Libertadores. Y también para tener respiro después de un comienzo turbulento en el que hubo una fisura defensiva, algo que no venía pasando.
El gol de Atlético Tucumán fue un ejemplo de ello. Con una serie de toques y un atinado pique de Renzo Tesuri al espacio libre alcanzó para desestabilizar a la defensa, que tuvo malas coberturas, sobre todo la de González Pirez, quien dejó el hueco y, encima, Pulga Rodríguez anticipó y giró bien para desairar a Pezzella. Después, hubo un par de fallas más de Pirez que de casualidad no terminaron en gol del equipo tucumano, que tuvo la chance de ponerse 2-2 con un remate de Bajamich en el palo.
Pero Atlético no supo cuidar la ventaja y River lo doblegó con buen fútbol hasta golearlo, cuando Colidio convirtió el cuarto y en Núñez se recordó el primer ciclo de Gallardo. Ahora, el desafío pasará por sostener de manera más constante el vuelo futbolístico. Pero el primer paso ya lo dio. Y la mano del Muñeco empieza a verse. Justo en la previa de una semana clave.
/Escrito por Maximiliano Benozzi para Clarín de Buenos Aires
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