Karim Benzema evitó la eliminación del Real Madrid en LaLiga. Una jugada tejida junto a Casemiro y Lucas, los tres mejores futbolistas blancos del derbi, anuló la ventaja de un Atlético que trabajó la victoria durante 70 minutos, y que perdonó la sentencia con reiteración y alevosía. Fue superior, tuvo más y mejores opciones, pero en el arreón final del Madrid flaqueó la confianza. Hay Liga.
Como es lógico, al Atlético le cayó el empate como un tiro. Marcó pronto con los dos hombres más temidos por los blancos, Llorente y Suárez (Joao fue suplente, asunto también relevante), y perdonó un puñado de ocasiones claras generadas por mayor calidad y ritmo. Pero no remató, y no sirvió el repliegue intensivo al final. El empate, además, restó trascendencia a la polémica mano de Felipe, no pitada por Hernández Hernández tras revisarla el VAR. Motivos para la queja tienen todos. Los que vieron acierto y los que vieron error. Ya no sabe uno a qué carta quedarse.
El Atlético no esperó. La alineación del Cholo presumía un equipo versátil, capaz de lanzarse con carrileros o pararse con cuatro atrás según conviniera. Esa apuesta supuso el sacrificio de Joao Félix de salida, ¿y saben qué? Pocos se acordaron de él durante el primer tiempo. Porque el Atlético presionó, mandó, invitó al Madrid a dominar para descubrirse y amenazó siempre con más fundamento que su rival. La presión alta de salida dio resultado al cuarto de hora, en un desajuste blanco aprovechado por Llorente. Se lanzó Mendy al extremo, amarcelado, dejó un páramo a su espalda y Marcos detectó el espacio. Sorteó la entrada de Nacho y lanzó la contra. Aguantó el desmarque de Suárez, que caminó por el alambre del fuera de juego hasta recibir el pase, perfilarse contra natura y meter el exterior, precioso, para superar la salida de Courtois.
Llorente y Suárez son dos piezas que no puso de salida el Real Madrid. Ni el centrocampista potente y llegador ni el ariete profesional y venenoso. No los tiene. Sobre todo gol. Zidane eligió salir con extremos, Asensio y Rodrygo, y aportaron poquísimo. Ni uno ni otro desbordaron, y no compensó el trabajo defnsivo que aportaron. Se jugó a lo que quiso el Atlético, que replegó tras el tanto y respiró sin la bola para preparar la contra. Brilló Lemar, con pelota y en la recuperación, y Koke en el manejo. Comandante en jefe de los ejércitos atléticos.
Los blancos ensayaron desde lejos para disolver la acumulación de defensores rojiblancos. Probó Casemiro, obligando a intervenir a Oblak, y trató de llegar por los costados. Ahí, en un córner desde la izquierda del ataque madridista, llegó la mano de Felipe que Hernández Hernández revisó en el VAR. Conste que era poca cosa para cobrar pena máxima, pero no tienen suerte los blancos con el árbitro canario, que juzgó como lance fortuito lo que otras tardes acabó en penalti. Como Negredo ante la Real.
El segundo acto agrandó las diferencias. Carrasco aprovechó el perfil de Lucas, que bastante hace como lateral, y pudo firmar la sentencia. Error de Varane, servicio inteligente de Suárez y gran parada de Courtois, gigante en el mano a mano. Llorente voleó el rechace junto al larguero. El meta belga tapó otra casi seguida de Suárez, y Correa pudo volear una ocasión clamorosa, solo en el área. Sí, el Madrid iba perdiendo, y en su intento de alcanzar la igualada se destapó atrás.
Los cambios fueron obligados. Entraron Valverde y Vinícius, que agilizaron el ataque blanco. Menos esperados fueron los relevos del Cholo, especialmente con los hombres retirados: Carrasco y Lemar. Dos tormentos para los blancos, aunque justos de oxígeno. Saúl aportó equilibrio. El caso es que el partido estaba vivo y abierto, expuesto a cualquier falta, centro lateral, error… Y sí, pudo llegar el empate en una concesión de Correa, espeso en el tramo final. Se escapó Vinícius, sirvió un balón extraordinario a Benzema que remató de primeras y Oblak contestó con un milagro. No sólo eso. El esloveno se rehizo, acudió al palo derecho y llegó a tiempo de tapar el segundo tiro a quemarropa de Karim.
Esa oportunidad descubrió la flaqueza rojiblanca en el tramo final. Aunque entró Kondogbia por Correa, el Atlético ya no parecía de granito, y tampoco amenazaba en ataque. A falta de dos minutos, Lucas controló en la derecha, cedió a Benzema para que descubriera el desmarque de ruptura de Casemiro, le metió la bola y el brasileño destapó toda su finura. Amagó el tiro, cedió atrás y Karim anotó a puerta vacía. Un empate trabajado, sin duda, especialmente en el tramo final, y que deja la Liga abierta de par en par. Porque quien ganó en el Metropolitano fue el Barça, que ya echa el aliento a los rivales madrileños.
/Escrito por José María Rodriguez para Marca
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