En un partido friccionado, con más golpes que fútbol, a esta selección argentina de Lionel Messi le bastó con el golazo de Ángel Di María para conseguir por fin un título…y nada menos que ante Brasil y en el Maracaná
Si a eso de los 20 minutos, alguien que veía el partido desde Europa seguramente apagaba el televisor y se iba a dormir. Entre otras cosas por la diferencia horaria, pero también porque hasta ese instante el partido era muy desagradable.
Se supone que estas selecciones están entre las que mejor juegan al fútbol en el mundo, por la cantidad de figuras individuales y por la intención que siempre tienen de preocuparse por la pelota y por el arco del frente.
Nada de eso ocurrió en el comienzo de este partido: sólo golpes de uno y otro lado, infracciones van y vienen, partido interrumpido, fricionado, sin que ninguno de los dos cuadros lograra enhebrar tres pases seguidos.
Por eso, es que la aparición de Di María en el minuto 21´fue como si un Ángel surgiera entre las tinieblas. Pase largo, con mucha intención de Lo Celso, grave error de cálculo de Renan Lodi y el Fideo que se va solo hacia el arco de Ederson, apura la pelota con un toque orientado y define con un globito perfecto por sobre la cabeza del arquero.
OTRO PARTIDO
Ese gol fue como un punto de inflexión. Por razones lógicas, Brasil tuvo que olvidarse de pegar y comenzó a jugar, a buscar el empate.
Argentina tiene jugadores como Otamendi, por ejemplo, que nunca se olvidaron de pegar (lo insólito es que recién a los 80 minutos después de haber cometido como 100 infracciones le mostraron tarjeta amarilla) y otros que nunca arrugaron a la hora de meter la pierna. Como Paredes, por ejemplo, que si no lo sacaban en el segundo tiempo, de seguro hasta ese permisivo árbitro uruguayo Esteban Ostojich lo hubiera expulsado.
Pero también tuvo otros jugadores que siempre intentaron poner la pelota contra el piso. Partiendo, obviamente por Lionel Messi, que sin haber hecho un gran partido y habiéndose perdido un gol increíble en los minutos finales, es indiscutiblemente el estandarte de la selección albiceleste.
Y tiene muchos escuderos. Como el mencionado Di María, que jugó una gran Copa América y superó el karma de lesionarse en los partidos decisivos. Como Lo Celso que siempre hace lo correcto en medio campo. Como Montiel, que clausura su raya a la manera que lo hace en River Plate y que siempre sale con la pelota bien jugada por su sector. Y como ese tremendo arquero que fue una revelación absoluta: Emiliano Martínez. Esta noche no atajó muchos remates directos, pero tuvo dos tapadas de campeonato: ante Richarlison y especialmente en los minutos finales al desviar al córner un bombazo de Gabriel Barbosa.
PARA BRASIL, OTRO MARACANAZO
Si tanto insistió Brasil en hacer esta Copa América es porque todos en el país del jogo bonito, incluidos el Presidente de la República, el polémico Jair Bolsonaro, estaban seguros que el trofeo se queda en casa.
Así lo fue evidenciado en las primeras fechas en su grupo, donde parecía arrasar con todo lo que se le ponía por delante.
Sin embargo, claramente, Brasil fue de más a menos.
En la última fecha de esa ronda en que clasificaban prácticamente todos, ya tuvo problemas con Colombia y el triunfo agónico llegó con un gol más que polémico y significó que el árbitro argentino Néstor Pitana se fuera tempranamente para la casa.
Lo del partido con Chile ya lo sabemos: es cierto que quedaron gran parte del segundo tiempo con diez hombres, pero nunca evidenciaron superioridad absoluta y terminaron metidos en su área y pidiendo la hora.
Algo parecido a lo que les sucedió en la semifinal, donde se impusieron con lo justo a Perú.
Y esta noche, decididamente se equivocaron. Tal vez porque quisieron demostrar que eran tan guapos como el rival, lo cierto es que se acordaron muy tarde de jugar, cuando Argentina ya había esablecido un cerco alrededor de su área, que resultaba muy difícil de traspasar.
Y así como Messi es el estandarte de Argentina, también lo es Neymar en Brasil. Y el astro brasileño recién en el cuarto de hora final, cuando vio que el partido se escapaba, dejó de tirarse en cada roce y se atrevió a encarar y pasar entre dos, tres y hasta cuatro adversarios.
Sin embargo, como le ocurrió a todo su equipo, ya era tarde.
SE LO MERECÍA
Concluyendo, esta final que termina 1-0 le da el título a Argentina, que hace 28 años que no ganaba la Copa América.
Es decir que toda esta generación fantástica, cronológicamente muy similar a la chilena de Vidal, Bravo y Medel, no había podido ganar. Porque también en una Copa del Mundo se quedó con un segundo lugar perdiendo la final con Alemania.
Y esta era la última oportunidad de conseguir que Messi alzara esa Copa. Que, de verdad se la merecía. Por todo lo que ha significado para Argentina, para el fútbol sudamericano y Mundial.
Messi merecía ser campeón, Scaloni merecía ser campeón, Di María merecía ser campeón. Argentina merecía ser campeón.
Y el fútbol a veces hace justicia.
/por Gerardo Ayala Pizarro.Fotos: Twitter selección argentina y brasileña
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