Nicolás González, Ángel Dia María y Lionel Messi establecieron el 3-0 ante Los Llaneros en una Bombonera repleta de hinchas trasandinos
No fue el típico partido despedida donde el rival viene a jugar sin jugar, pero se le pareció, no tanto por lo que ocurrió en el campo de juego, sino por todo que sucedió antes, durante y después. La Bombonera fue una fiesta de principio a fin con el rocker Messi dirigiendo la batuta, como si el Mundial comenzara mañana, como si lo que si disputó anoche no fuera un partido de Eliminatorias. La Scaloneta honró su nivel, su invicto, sigue a paso firme su crecimiento y el entrenador suma certezas, porque los Correa, los González, los Mac Allister, los Pezzella siguen acumulando millas con la camiseta de la Selección, por lo que llegarán al Mundial bien curtidos, como suplentes ya probados. Porque la Selección volvió a ganar, gustar y golear y eso que jugó sin medio equipo titular.
¡GOLAAAAZO DE ARGENTINA!
A los 34 del ST, ÁNGEL DI MARÍA puso el 2-0 ante Venezuela. ¡EL PASE QUE METIÓ DE PAUL! #EliminatoriasEnTyCSports. pic.twitter.com/TtqUsbJQtV
— TyC Sports (@TyCSports) March 26, 2022
Chicos y grandes. Hombres y mujeres. Sueños cumplidos por doquier, con un montón de gente que pudo ver por primera vez a Messi en una cancha y no se olvidará jamas. Será un partido para el recuerdo, por el ambiente, la fiesta y los goles. Porque los homenajes arrancaron temprano, con el saludo caluroso de Messi y Di María al Maestro Pekerman -que recibió un aplauso y una plaqueta súper merecida-, porque siguió con un Leo emocionado cantando el himno y cuando la bola empezó a rodar, Argentina fue más, mucho más. Con un esquema distinto, con un 4-2-1-3, con Mac Allister detrás de un Messi falso nueve, con Nico González por derecha y Joaquín por izquierda. Era un monólogo del capitán, que manejaba los ataques, las aceleraciones y las pausas, porque el resto no sintonizaba. Las llegadas, desde la zurda del 10, se amontonaban, y el cero no se movía. Hasta que sí se engancharon los demás: recuperación alta de Mac Allister, pase preciso de De Paul y grito sagrado de González, ese González que siempre rinde.
Acá no hay silbidos, acá -ahora y ojalá para siempre-, se le rinde pleitesía al mejor del mundo. Y Leo se sintió arropado. Después de días turbulentos en París, del golpazo que significó la eliminación en la Champions venir a casa lo motivó. Desde la entrada en calor, donde se pasó saludando a los cuatro costados, como en cada acción donde dejó en claro que la gripe es parte del pasado y que tenía muchas ganas de ponerse la cinta, de correr, de gambetear, de escuchar el delirio del público que lo viva, que lo mima, que cuando la duerme en la zurda para bajarla, la gente exclama. Todo ese cariño que se llevó de la Bombonera y ese nuevo hit «de la mano de Leo vamos a Qatar, y la vuelta vamos a dar» que serán su combustible para llegar óptimo al Mundial. Cuando parecía que a la noche solo le faltaba el gol de Leo para ser perfecta, llegó ese grito, esa sonrisa cómplice porque le pegó mal y la locura.
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