El empate en Estrasburgo fue el broche necesario para revalidar una liga más sufrida de la cuenta debido a la intensa persecución del Lens
No por esperado fue menos celebrado. Después de todo, el PSG ya es campeón de la Ligue 1. El cuadro de Christophe Galtier entró en los libros de historia en la cancha del Estrasburgo al convertirse en el primer club francés que alza el trofeo nacional en once ocasiones. Ajeno a las turbulencias, fue Messi el que firmó el gol que puso el broche definitivo a pesar del postrero empate de Gameiro: 1-1. Un fin de fiesta agridulce en una temporada que se ha hecho demasiado pesada.
En lugar de jugar e ir a por la liga, el PSG dejó que fuera el reloj el que le acercara al triunfo. Ese contexto aisló de entrada a Messi y absorbió a Mbappé. Solo una asistencia del futbolista argentino a Renato Sanches intimidó a un Estrasburgo más serio e incluso profesional. En el segundo tiempo, sin embargo, el campeón se remangó. Era necesario. A un equipo acostumbrado a ganar siempre se le tiene que presuponer y exigir algo más.
Más eficaz que el Estrasburgo, Mbappé mimó un buen pase profundo de Danilo para encontrar después a Messi. Zipi y Zape en una temporada en la que suplieron con genio las muchas carencias de un club desestructurado: 0-1. El remate cruzado del ex del Barça puso en ventaja momentánea al PSG, pero el cuadro local no se apagó. Gameiro, incombustible, salió del banquillo en el segundo tiempo para rebañar un rechace y anotar el empate: 1-1.
Sufrido hasta el final, el PSG se aferró a ese punto necesario para proclamarse campeón. Ya nadie puede arrebatarle esa condición. Once ligas en Francia le colocan en lo más alto, indudablemente gracias a la aportación de Qatar. Desde su adquisición en 2011 ha ganado nueve veces la liga. Tan incontestable como que el siguiente paso tiene que ser la Champions. Lo exigen sus propios aficionados. Por ahora el PSG conserva su corona.
/Escrito por Dani Gil para Mundo Deportivo
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