El equipo del Cholo Simeone llevó al límite al Manchester City que se dedicó a perder tiempo y a defenderse exclusivamente durante la última media hora
La tuvo Cunha. La tuvo de Paul. La tuvo Suárez. La tuvo Carrasco. La tuvo Correa… Las tuvo el Atlético de todos los colores para igualar la eliminatoria. No pudo ser. Se salvó el City y lo hizo renunciando por completo al fútbol que te suelen vender. El Atlético a lo suyo llevó al límite a un equipo construido a golpe de millones. El City se humanizó y dejó para otro día las lecciones. Al Atlético no le llegó con el corazón de la segunda mitad pero se demostró que mientras sigan creyendo en su plan pueden competir contra cualquiera. Lo de los minutos de descuento demuestran que ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos… Lecciones al Atlético las justas.
La paciencia es la base de la ciencia
El refranero suele ser muy sabio. Y a él se agarró el Cholo en el planteamiento del partido. Asumiendo la dificultad de la empresa que tenían enfrente, el técnico argentino no quiso dejar al equipo al descubierto y pese a subir más la línea de presión que en el choque de ida, el Atlético no se volvió loco. Como si supiese que su oportunidad iba a llegar se armó de paciencia para aguantar el monólogo con balón de los ingleses. Algún sobresalto en forma de alboroto en el área y a confiar en el plan. El segundo tiempo demostró que la idea no estaba mal tirada. El Atlético asustó al City hasta el punto de que fuesen los de Pep los que metiesen defensores al campo para mantener el resultado.
Al final el fútbol de parásitos no tiene dueño
Llevan semanas en Inglaterra rajando del fútbol del Atlético y resulta que los que terminaron perdiendo tiempo y quitando a uno de sus futbolistas más determinantes para meter un mediocentro defensivo fueron los del City. Tener al portero perdiendo tiempo en cada saque de puerta debería estar prohibido en un equipo de Pep, meterse en el césped para hacerse el lesionado… o resulta que lo importante en todo esto es ganar. Evidentemente si. No busquen mucho más, el fútbol es ganar y el que venga a contarte otra cosa no le hagas caso.
Orgullo, pasión y sentimiento
Podrán contarles todas las historias que quieran. Podrán ponerle todas las pegas del mundo a su equipo. Podrán convertir al Atlético en el blanco de todas las críticas. Podrán hablar del juego de los rojiblancos tipos que lo máximo que entrenaron en sus vidas fueron 10 partidos seguidos. Podrán evangelizar con sus dogmas de fe… Pero lo que es imposible que cambien es el orgullo, la pasión y el sentimiento de la afición del Atlético de Madrid. En vísperas de las vacaciones de Semana Santa la hinchada colchonera no falló y regaló a su equipo un recibimiento que quedará en la de momento corta historia del Metropolitano. Ese partido lo ganará siempre el Atlético. Los minutos posteriores al final del choque demostraron una vez más que donde hay millones de kilometros de distancia es entre una afición y otra…
Foden en el centro de los líos
Phil Foden se convirtió en el blanco de los golpes. El jovencísimo inglés fue atropellado por Felipe nada más comenzar el encuentro. Una brecha en la cabeza le obligó a tapar la herida con un vendaje que en los años 80 habría creado tendencia. En los tiempos del fútbol moderno ya ni las vendas son lo que eran. El inglés estuvo en todos los altercados del final del choque.
/escrito por Carlos Fernández para Marca
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