Gareth Bale, autocondenado al ostracismo en el Real Madrid, abrió su bote de magia, ese que tenía escondido desde hace tiempo y que solo saca a cuentagotas con su selección, para marcar los goles que dieron la victoria a Gales frente a Austria (2-1) y que los meten en la final del playoff de clasificación para el Mundial de Qatar 2022.
68 años después Gales podrá volver a una Copa del Mundo. Y lo intentará de la mano de un Bale que volvió a demostrar que tiene dos caras; la apática que se borra del Clásico por unas molestias en la espalda y la que se viste de gala con la camiseta de los ‘Dragones Rojos’.
Pese a no asistir al duelo con el Barcelona, y perderse una de las mayores humillaciones de la historia reciente del Madrid, el galés viajó a Cardiff, se entrenó con sus compañeros y salió como titular contra Austria. Incluso avisó. “Llevo meses preparándome para este partido. Estoy listo para jugar los 120 minutos”.
Sorprendente, porque desde noviembre, Bale no ha jugado ni dos partidos enteros con los ‘Blancos’. Pero Gales es otra historia. Entonó a pleno pulmón el himno galés y fue a comerse a los austríacos.
En los primeros minutos pareció falto de ritmo. No llevó la voz cantante. Harry Wilson estaba más fresco y forzó un par de disparos y una falta al borde del área, pero cuando la bola se plantó en la frontal, todas las miradas apuntaron hacia él. Colocó la pelota, algo escorada a la izquierda de Lindner, y cogió carrerilla. Uno, dos, tres, varios pasos. Respiración, avance y golpeo con el empeine. ‘Folha seca’ a la escuadra. Golazo, toque al escudo y la reinvindicación que ha esquivado en el Real Madrid la tuvo en una esquina del Cardiff City Stadium.
Nadie recordaba ya que unos minutos antes Baumgartner había hecho temblar la madera del estadio con un remate al larguero. Era ya el partido de Bale.
“Los periódicos españoles han estado escribiendo titulares negativos sobre Bale estos días, pero cuando se pone la camiseta de Gales, él escribe sus propios titulares”, aseveró el comentarista de Sky Sports.
Mientra se debatía si el espectacular tanto de Bale era el más bonito marcado nunca en el estadio de Cardiff, el del Madrid guardaba una sorpresa más.
Según empezó la segunda parte y Gales dispuso de un córner, Bale se coló entre los centrales. La jugada no fue lo más limpia posible, pero llegó hasta el corazón del área. Ahí no pudo controlarla Ben Davies, se quedó muerta y la acogió Bale. Dos toques, uno para hacerse hueco y otro para cruzarla a la red.
Los galeses no se lo podían creer. El domingo no sabían si podría jugar y cuatro días después Bale les metía en la final para el Mundial. No sin sufrir, porque Ben Davies metió en su propia puerta un disparo de Sabitzer y dio picante a la media hora final. Sin consecuencias más graves.
Gales está a un partido de volver a una Copa del Mundo por primera vez desde Suiza 1954. El broche de oro a una generación que ha alcanzado las semifinales de la Eurocopa en 2016 y que pasó la fase de grupos en la del año pasado. Y todo porque Bale, cuando se pone la camiseta de Gales, hace retroceder los relojes y volver a ser el que una vez deslumbró al mundo.
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