A través de llamadas telefónicas y mensajes de voz, Khalida Popal puede escuchar la angustia y el temor de las jugadoras que aún permanecen en el país tras la toma del poder por los talibanes
Khalida Popal, de 34 años oriunda de Kabul, fue capitana del primer equipo de futbol femenino que lleva la bandera de Afganistán. También fue fundadora y directora de la ONG “Girl Power Organization” (Organización de Poder Femenino) con el objetivo de empoderar y conectar a las mujeres y niñas de Europa y Medio Oriente a través del deporte y la educación.
Después de la toma de poder de Kabul por los talibanes, las jugadoras de fútbol de la selección nacional femenina de Afganistán que Popal ayudó a crear y mantener temen por sus vidas.
Cuando la llaman por telefono, lo único que Popal puede hacer es aconsejarlas a que huyan de sus hogares y escapen de los vecinos que las conocen como pioneras de los derechos femeninos y tratar de borrar su historia, en particular el activismo contra los talibanes que ahora están restableciendo el Emirato Islámico de Afganistán.
“Les he pedido por favor que eliminen sus redes sociales con sus fotos, que escapen y se escondan. Hasta les pedí que quemen o se deshagan de sus camisetas”, dijo Popal en una entrevista telefónica desde Dinamarca.
“Esto me rompe el corazón porque durante todos estos años hemos trabajado para aumentar la visibilidad de las mujeres y ahora les digo a mis mujeres en Afganistán que se callen y desaparezcan. Sus vidas están en peligro“.
Popal apenas puede entender la velocidad del colapso del gobierno afgano y la sensación de haber sido abandonada por las naciones occidentales que ayudaron a derrocar a los talibanes en 2001.
Habiendo huido con su familia después de que los talibanes capturaran Kabul en 1996, regresó a Afganistán hace dos décadas cuando era un adolescente que había estado viviendo en un campo de refugiados en Pakistán. Con la protección de la comunidad internacional, Popal se sintió optimista de que se promoverían los derechos de la mujer.
“Mi generación tenía la esperanza de construir el país, desarrollar la situación para la próxima generación de mujeres y hombres en el país”, dijo. “Así que comencé con otras mujeres jóvenes que usaban el fútbol como una herramienta para empoderar a mujeres y niñas”.
La pagina web de su organización, dice: “Utilizamos el fútbol y la educación como herramientas poderosas para crear inclusión social, además de destacar la valiosa contribución de mujeres y niñas de todos los orígenes culturales y sociales, especialmente las minorías étnicas, refugiados, inmigrantes y migrantes.”
“Brindamos la oportunidad a mujeres y niñas en áreas rurales con poco acceso de lograr participar en el deporte y conectarse y prosperar a través de iniciativas educativas. Una gran parte de nuestro programa para Medio Oriente se trata de educar a las mujeres y las niñas sobre sus derechos y el impacto positivo de su participación activa en la sociedad a través de actividades educativas y deportivas.”
En 2007, había suficientes jugadoras para que se creara la primera selección nacional femenina de futbol de Afganistán. “Nos sentimos muy orgullosas de llevar la camiseta”, dijo Popal.
“Fue la sensación más hermosa que jamás haya existido”.
Popal incentivo a sus compañeras de equipo a usar sus plataformas para hablar y alertar mientras los talibanes reconquistaban el territorio. “Recibí tantas amenazas de muerte porque me citaron en la televisión nacional”, dijo. “Llame a los talibanes nuestros enemigos”.
Popal dejó de jugar en 2011 para centrarse en la coordinación del equipo como director de la Asociación de Fútbol de Afganistán. Pero las amenazas continuaron y finalmente se vio obligada a huir y buscar asilo en Dinamarca en 2016. “Mi vida corría un gran peligro”, contó.
Pero nunca abandonó sus compañeras, lo que ayudó a exponer abusos físicos y sexuales, amenazas de muerte y violaciones que implicaban a los líderes de la federación afgana.
La corrupción en el deporte fue un reflejo de los cimientos inestables de un país que se ha deteriorado rápidamente después de la retirada de las tropas de la misión liderada por Estados Unidos.
“No hubiéramos creado enemigos”, dice Popal. “Ellas estan llorando. Están tristes. Están desesperadas. Tienen tantas preguntas. Lo que les está pasando no es justo.
“Se están escondiendo. La mayoría de ellas abandonaron sus casas para ir junto con sus familiares y esconderse porque sus vecinos saben que son jugadoras. Tienen miedo. Los talibanes estan por todos lados. Están dando vueltas creando e imponiendo miedo“.
Popal está a kilometros de distancia pero recibe mensajes y amenazas del Talibán.
“Siguen grabando videos y sacando fotos a la ventana que muestran que están afuera de mi casa y eso es muy triste”, dijo. Es hasta difícil imaginarse a Afganistán, clasificado 152 por la FIFA entre 167 equipos femeninos, jugando de nuevo.
“Ha sido muy doloroso ver al gobierno rendirse”, dijo Popal. “Las mujeres perdieron la esperanza”.
/Infobae
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