Tres goles de su máximo artillero le permitieron al Real Madrid dar vuelta la mejor llave de la Champions y eliminar al PSG, que había comenzado ganando con gol de la Pantera Negra
Créanme. Por un instante, muchos de los presentes recordaron a las noches mágicas de los remontadas. Como aquella en que Santillana empujó con el alma el gol que derrotaba al Moenchenladbach y hacía perder la cabeza a 100.000 personas, el Madrid de Benzema, Modric y compañía levantaba un monumento a la historia de este club. Frente a un rival enorme, que le había empequeñecido durante una hora, sacó escudo, orgullo y fútbol para arrasar al poderoso equipo francés. El Rey de Europa es uno solo.
Y es que la Champions es el medio natural del Real Madrid. Se palpa en las calles, horas antes de partido importante. No hay torneo que conecte más profundamente al afcionado con el equipo. Desde el calentamiento, las alineaciones, el himno… Se junta el señor en chándal con el directivo del banco, agitando bufandas y dejándose las cuerdas vocales sin que haya echado a rodar la pelota. La que no engaña, y con ella cargó el Madrid de inicio. Valiente, cargado por un ambiente eléctrico, presionando sobre la salida francesa, amagó con igualar la eliminatoria, pero tampoco dio para generar una ocasión clara de inicio.
Sí logró el Madrid desenfocar algo al PSG, que se perdió en protestas. Paredes vio una amarilla absurda. Entonces parecía bueno el plan de los extremos, con Vinicius descarado, midiendo a Achraf, y Asensio impreciso en los controles. Fue asentarse Verratti, retrasarse Messi, encanchar Neyamr y los blancos se hincharon a correr detrás de la pelota.
Sabía que le enfocaba cada objetivo del estadio, los móviles y los fotográficos, y Kylian Mbappé desplegó todos sus encantos sobre el verde del Bernabéu desde muy temprano. Suyos fueron los dos primeros remates a puerta del partido, ambos bien controlados por Courtois. La asombrosa arrancada del francés clavó a Militao, que no es nada sencillo. La grada ya mascullaba la tragedia que se avecinaba a campo abierto. Aún amenazó Benzema con un remate colocado que invocó a las yemas de los dedos de Donnarumma, larguísimo. Pero ya las contras eran puro veneno. Carvajal evitó que Neymar se quedara solo a pase de Messi. Nuno Mendes aprovechó una desatención por derecha y sirvió atrás para que Mbappé rematara a la red. El estadio respiró aliviado al anular Makkelie por fuera de juego. Messi pudo anotar poco después, tras combinar en corto con Neymar y superar a Courtois con una picadita. No hubo más avisos. Se volcó el Madrid, Neymar lanzó a Mbappé a la espalda de Mlitao, encaró a Alaba y remató seco, abajo, como un trueno.
A pesar de la respuesta de la grada a los gestos de Nacho tratando de levantar el ánimo, el Madrid acusó el golpe. Tuvo un par de cabezazos cómodos Benzema que no pudo precisar, pero la amenaza parisina era constante. Al Madrid le costaba llegar a la presión, y el descanso no cambió el decorado. Durante un buen tramo, parecía más próxima la sentencia que el empate. Sin cambios, con Kroos agotado, ocurrió lo inesperado. Una pifia monumental de Donnarumma ante la presión de Benzema, Vinicius retrasó a Karim y el francés empujó a la red. Un relámpago cruzó el coliseo de la Castellana, que pasó de un escepticismo lógico a rescatar la fe.
Es cierto que le habían anulado antes un gol a Mbappé después de hacer un quiebro imponente a Courtois, de nuevo por fuera de juego. También que Militao se jugó la rodilla para atajar la escapada de Kylian. Pero fue hacer Ancelotti los cambios y el Bernabéu fue un manicomio.
Como en los ochenta contra el Borussia, contra el Inter o el Anderlecht, el milagro se hizo Real. Una arrancada de Modric detonó un jugadón monumental que encontró primero a Vinicius, pareció anular la defensa francesa pero recuperó Luka y metió un pase increíble, donde no había espaciom, pàra que Benzema convirtiera. Bordeaba la posición ilegal, así que lo chequeó el VAR. Con suspense, decretó el 2-1. Aquello era ya imparable. El PSG no sabía por dónde le venía el tsunami. Sacó de centro, la perdió y Benzema dio la vuelta a un estadio enloquecido, que gritó un gol desde las entrañas. Las generaciones actuales, además de seis Champions, ya tienen un partido legendario que contar a los que han de venir. Dirigidos por Modric y Benzema, este Madrid es casi invencible.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca de España
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