Victoria de un Inter de Milán que concluyó con cualquier atisbo de duda sobre su presencia en la final de Estambul con el tanto de Lautaro Martínez. Fue 3-0 en el Golbal y ahora espera al otro finalista: Manchester City o Real Madrid
El Inter quiere ser eterno. Sin lugar para la sorpresa, hizo bueno el triunfo en la ida para rematar al Milan en la vuelta y clasificarse para la final de la Champions: 1-0. En un ejercicio de responsabilidad como grupo, el cuadro de Inzaghi confirmó su presencia en Estambul tras imponerse de forma autoritaria en esta eliminatoria. Lautaro Martínez firmó el tanto que devuelve al primer plano a un Inter que sueña con reinar en el continente.
Era imposible repetir el guion de la semana pasada, desbordado por tanto caos. El choque, mucho más táctico y reservado que entonces, condujo a un primer tiempo sin tanta efervescencia. El Milan, siempre a contrarreloj, intentó imprimir nervio pero le faltó continuidad en todo momento. Sin la chispa de Brahim y con un intermitente Leão, el Inter apenas se vio expuesto o amenazado porque a su vecino le faltó arrebato.
Fue una noche de compleja gestión para el árbitro Turpin, obligado a soportar las quejas de unos y de otros en cada secuencia del juego. De un remate de Dzeko se pasó a uno de Theo Hernández de larga distancia, como si a cada intento del Inter hubiera respuesta del Milan. En ambos casos sin suerte. Gobernado por la falta de tino, el partido tuvo lo que un derbi acostumbra a tener: emoción, ganas y a menudo muchos errores.
La mejor ocasión fue para Leão, que anuló en un duelo aéreo a Darmian para quebrar después a Acerbi. Su remate, demasiado colocado, se fue desviado. Fue vitamina para el Milan. El Inter lamentó al filo del descanso que Mkhitaryan se marchara lesionado. En su lugar entró Brozovic, un experto en momentos cumbre. El cuadro de Inzaghi, casi con todo hecho, pudo enterrar definitivamente al Milan en un remate de Dzeko que Maignan esquivó como pudo.
El triunfo del Inter se basaba en que pasaran pocas cosas y el choque se fue apagando por falta de noticias. El Milan, algo descafeinado, no llegó a hilar dos buenas jugadas de manera consecutiva y se condenó a vivir con urgencia. Con las prisas de su vecino, el Inter finiquitó la faena. Lukaku, que ingresó unos minutos antes, citó a Lautaro con la historia. El jugador argentino, canchero y rebelde, puso el broche con un remate al primer palo: 1-0.
Fue la sentencia definitiva para el Milan, desquiciado por un Inter que fue superior de principio a fin. El recorrido del cuadro de Stefano Pioli merece el aplauso general. El de Simone Inzaghi un reconocimiento eterno. Estambul espera a un equipo que ya ha triunfado, pase lo que pase contra el Real Madrid o el City. Ser campeón de Europa no estaba en sus planes inicialmente, pero ahora tiene todo el derecho de soñar en grande.
/Escrito por Dani Gil para Mundo Deportivo
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