Aveces, no muchas, los pronósticos se cumplen. Por encima del resultado de la ida, la roja a Sergio Ramos en el Bernabéu cambió la etiqueta de la eliminadoria ante el City: de dificilísima cambió a imposible. Porque la imporancia del capitán en cada partido es indiscutible. Por segundo año consecutivo, el Madrid se despidió en octavos sin el central en el campo. El City aprovechó los errores monumentales de la defensa blanca y explotó la superioridad de De Bruyne, inmenso en la creación. Fue definitivo.
Fue una manera tristona de despedir la temporada, tras el notable en LaLiga. Ni rastro de la solidez que le dio el título. Fue un flan atrás, no presionó en el medio y generó poco arriba. No se entendieron los tres puntas frente a un equipo dominador y presionante como el de Guardiola,.Se mantuvo en la eliminatoria gracias a Courtois y Benzema, muy por encima del tono general. Una eliminación gestada en la ida, con aquella pájara que no supo anticipar Zidane, y confirmada en la vuelta, con el francés de nuevo discutido. Primer borrón en el expediente europeo de Zizou.
Todo se torció prontísimo. No tuvo tiempo siquiera el Madrid de asentarse y mostrar su idea. El City buscó el error y descorchó el partido en el minuto ocho. Bastó con presionar en la salida de los centrales para provocar un error grueso de Varane, sobre el costado del área. Leyó su carrera Gabriel Jesus, le rebañó la pelota y sirvió para Sterling, que marcó fácil. No es buena idea sacar el balón jugado desde atrás cuando te falta tu mejor hombre en esa misión.
Se intuía que la baja de Ramos era imposible de compensar. El capitán bajó al verde, dio charla, pero a la hora de la verdad se tuvo que subir a la grada. Y bien que lo agradeció el City. Otra pifia grosera, esta vez de Militao, pudo aprovecharla Sterling, pero no atinó. En tres minutos, el extremo inglés pudo rematar el partido, con un disparo que buscó la escuadra y se fue por poco, y otra incursión sobre Militao que tuvo que sofocar Casemiro. El mejor central.
Estaba feo el panorama. Guardiola estudia siempre bien al Madrid, y esta vez sorprendió con Foden de falso ariete. Ganó además en la medular, donde Zidane se confió a la Vieja Guardia y perdió el puntito de presión que exigen estos partidos de tan altos vuelos. Pero también Zizou hace apuestas que funcionan, y esta vez fue Rodrygo. No contaba en ningún pronóstico, entró como extremo diestro y fabricó el empate. Tiró un caño a distancia que se zampó Cancelo y templó un balón de azúcar que Benzema convirtió en el 1-1 con un cabezazo de ariete puro. Picado junto al palo. A lo Santillana.
Es cierto que antes ya había avisado el Madrid, obligando a Ederson a sacar un balón de gol a Benzema, tras conectar con Hazard. No se vio mucho al belga. Corrección. Se vio mucho a otro belga. Porque De Bruyne marcó los tiempos del partido. Cuando apareció, el City fue el dueño del duelo. Cuando se esfumó, el Madrid tuvo vuelo. Al descanso, la eliminatoria estaba mucho más abierta de lo esperado, antes del partido y en el arranque.
El descanso no arregló los problemas del Madrid. Es nás, se agravaron, con Sterling en la izquierda, desde donde destrozó al Madrid en el Bernabéu. De Bruyne le buscó en el pasillo al poco de iniciarse el segundo acto y el inglés se encontró con Courtois. Fue su pesadilla, al sacarle otro poco después, tras un error de Casemiro en la salida. Y Carvajal también fue providencial al taponar a De Bruyne, que había roto a Militao.
El depósito de milagros de Courtois no es infinito, y se agotó con otro fallo de Varane, impropio de un campeón del mundo. Gabriel Jesus le persiguió en un balón largo, se confió el 5 y cedió blando de cabeza. Un regalo para un punta avispado. 2-1 y adiós. Tuvo una opción para reaccionar, con un remate de Modric que sacó Ederson, pero no hubo más noticias del Madrid, que pudo recibir un castigo mayor por los regalos defensivos. Los cambios de Zidane tampoco fueron los esperados ni efectivos. Metió a Asensio, correcto, pero dejó inéditos a Vinícius e Isco. Las entradas al final de Lucas Vázquez y Jovic dejaron estupefactos a los madridistas. Un triste cierre a una temporada muy meritoria que ganará en nota según quién gane la Champions. Es fútbol.
/escrito por José María Rodríguez para Marca de España
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