Con Vidal suspendido y alentando desde la tribuna,aprobó el Barça su examen ante el Nápoles: lo hizo con cierto suspense, sobreponiéndose a un inicio dubitativo y agarrado a la ambición de Messi, más líder del equipo que nunca, especialmente en la primera parte.
Aunque el Nápoles arrancó dispuesto a meter miedo al Barça, Lenglet abrió el marcador a la salida de un córner a los diez minutos y poco después, Messi se inventó un gol donde no había nada para empezar a encarrilar la eliminatoria.
Poco antes del descanso, Luis Suárez firmó el 3-0, aunque en la última acción de la primera parte, Mertens recortó distancias desde el punto de penalti. La segunda parte ofreció poco: un mero ejercicio de supervivencia del Barça frente a los intentos -estériles- del Nápoles.El Barça será uno de los ocho elegidos de los cuartos de final a partido único en Lisboa: su próximo rival será el Bayern de Munich, el viernes 14 de agosto en el estadio del Benfica.
No hubo sorpresas en el once: Quique Setién apostó por Rakitic como pivote, en sustitución del sancionado Busquets. De Jong y Sergi Roberto ocuparon los interiores. Riqui y Ansu esperaron turno desde el banquillo.
En el banquillo rival, Gattuso rescató a su capitán, Insigne, que formó línea de ataque junto a Callejón y Mertens y dio entrada a Manolas en el eje de la defensa.
El Nápoles dio el primer susto: un error de Piqué permitió a Mertens encontrar un remate cómodo, muy cerca de Ter Stegen, pero el belga golpeó mordido y el balón se estrelló en la cruceta. Solo se habían jugado dos minutos.
Sufrió más de la cuenta el Barça en los primeros minutos: el Nápoles salió ambicioso, aprovechando las bandas en ataque, encarando y disputando cada balón como si fuera el último. Llegaba el equipo italiano a las cercanías de Ter Stegen con una facilidad pasmosa, sin necesidad de trenzar demasiado el juego: un paso adelante sirvió a los de Gattuso para encajonar al Barça.
UN CÓRNER Y UN TRUCO DE MAGIA
En su peor momento, el Barça reaccionó a lo grande: marcó Lenglet de cabeza a la salida de un córner. Fue un gol de los de antes, sin atisbo de ADN Barça, sin elaboración (saque de esquina y remate de cabeza, sin más) pero balsámico. No faltó suspense porque el VAR revisó un posible empujón de Lenglet antes de rematar, pero no hubo caso: el Barça respiró, más aliviado que nunca.
El alivio se convirtió en una sonrisa de satisfacción en el ecuador de la primera parte. Apareció Leo Messi en toda su dimensión para marcar un gol indescriptible: Fue el gol del tesón, de la tenacidad. Se metió en el área, rodeado de rivales, se cayó, y cuando parecía que la jugada ya se diluía, con tanto jugador del Nápoles pendiente del balón, Leo se sacó de la manga un truco de magia, un remate imposible, desde el suelo y cruzado al palo derecho de Ospina.
Lo celebró con rabia. Fue un gol importante. Y de los que se irán directos a su videoteca personal. De donde no había nada, Messi se inventó un gol. Se lo sacó de la chistera ante el asombro de todos sus rivales.
INTERVIENE EL VAR
Diez minutos después, Messi no necesitó disparar desde el suelo para batir a Ospina: lo hizo controlando con el pecho, dejando en el sitio a Mario Rui y superando al portero del Nápoles. También lo celebró, pero el VAR, tan empeñado en intervenir, acabó anulándolo por una supuesta mano de Leo. Messi no se lo creía. Hubo que revisar la jugada a cámara lenta para observar un ligero toque de Messi con el brazo izquierdo.
También tuvo que revisar el VAR la jugada con la que se llegó al minuto 45: Messi le robó la cartera a Koulibaly en el área de Ospina, el central del Nápoles le derribó en su intento de despejar y el árbitro pitó el penalti. Era claro, pero también hubo cierta intriga, patrocinada por el VAR.
El penalti lo transformó con claridad Luis Suárez porque Messi aún estaba dolorido por el golpe de Koulibaly. El 3-0 parecía cerrar el partido, pero aún faltaban dos minutos para el descanso, tiempo suficiente para que Çakir señalase un penalti de Rakitic a Mertens. No hubo consulta con el VAR.
Mertens batió a Ter Stegen desde los once metros, abriendo nuevamente el partido. El Barça se fue al descanso satisfecho, pero pendiente de rematar la faena.
EL NÁPOLES NO TIRA LA TOALLA
El guion del inicio del partido se repitió, calcado, en la reanudación: el Barça reculó y el Nápoles le apretó muy arriba. Supo sufrir el Barça, siempre húerfano sin el balón, demasiado cerca de Ter Stegen.
Poco a poco, el Barça se recuperó con posesiones cada vez más largas. No logró generar ocasiones de peligro, pese a que lanzó un par de contragolpes. Fue una segunda parte de supervivencia.
SOSTENIDOS POR DE JONG
El partido entró en una fase de tanteo hasta que Gattuso movió piezas: Milik entró a la desesperada y el primer balón que tocó lo envió a la red de Ter Stegen, aunque en fuera de juego por muy poco. Respiró nuevamente aliviado el Barça, sostenido por la tranquilidad de De Jong en el centro del campo. El holandés estuvo excelente como contemporizador.
Setién, por su parte, movió el banquillo solo a falta de diez minutos para el final: debutó Monchu, centrocampista del filial, en un momento especialmente delicado del partido. Tocaba aguantar el balón y sostener el resultado: hubo final feliz en el Camp Nou. El Barça sigue vivo en Europa.
Escrito por Javier Giraldo para Sport de Barcelona
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