Una exhibición de medio partido coloca al Real Madrid ante su primera cita para conquistar el título. Mendy y Benzema confirmaron la superioridad del líder en un primer tiempo extraordinario que encontró una respuesta acorde del Granada en el segundo. Recortó pronto, apretó y exigió la versión más sólida de un líder fiable. El jueves ante el Villarreal tendrá la opción de asegurar la Liga más larga y difícil de la historia.
En Los Cármenes, donde había caído el Barcelona, donde a los grandes les costaba puntuar sudor y lágrimas, apareció el mejor Madrid tras el parón por la pandemia. Lo hizo recuperando los cinco centrocampistas que destruyeron al Valencia en la semifinal de la Supercopa, aunque con matices. Zidane situó a Modric tras el punta y encargó a Casemiro blindar la defensa para lanzar a los laterales. El equipo de Diego Martínez, con tres centrales, se pasó media hora persiguiendo sombras. De un pie a otro, la pelota circuló entre los madridistas con velocidad y precisión, agotando la resistencia nazarí.
Es cierto que el 0-1 marcó el duelo por inesperado. Llegó muy pronto, en una zona impropia y con un protagonista sorprendente. Abrió Casemiro a Mendy para iniciar jugada, se colocó en el pasillo interior, vio pasto y se tiró un autopase imposible, salvo que seas un velocista. Pues algo así, porque partió con dos metros de desventaja y llegó a tiempo para armar la zurda. El remate, seco a la escuadra, dejó con el molde a un tipo tan solvente como Rui Silva. Un monumento a la sombra de la Alhambra.
Aturdido por el golpe, el Granada buscó a Machís para dar respuesta. Le robó Casemiro, enganchó con Modric, cedió a Isco y el tacón del malagueño destrozó a la zaga local. Apertura a Benzema, templar y marcar. Tac-tac y a la jaula. 0-2.
No hubo más ocasiones hasta la pausa de hidratación, ni falta que hacía. Monólogo del líder. Martínez cambió el dibujo, se quedó con cuatro atrás y llegó con más soltura al área contraria. Es un buen bloque, con lanzadores notables y con poderío aéreo. En un centro diagonal cabeceó Duarte desde la frontal. Abajo, junto al palo, donde hace daño. Salvo para Courtois, enorme para llegar al rincón.
Las cifras al descanso despejaron dudas. El Madrid entregó un 91% de acierto en el pase. Una salvajada. Entró Puertas en el Granada por un defensor, Víctor Díaz. De perdidos al Darro. La presión arriba provocó el error de Casemiro y la contra en superioridad tuvo un desenlace perfecto, con Machís sepultando bajo las piernas de Courtois el récord de imbatibilidad del belga. Partido nuevo.
Muy mejorado con el nuevo dibujo, el Granada fue aquel que mandó en la Liga durante el primer tercio. Fue a costa de descubrirse algo atrás, con Azeez de lateral diestro. Zidane cambió de plan y metió extremos, Rodrygo y Asensio, a banda cambiada como ante el Alavés. Necesitaba del retorno de ambos porque los locales llegaban con soltura.
Al Madrid le faltó oxígeno en el tramo final. Mientras Martínez metió a Antoñito y Eteki, Zidane decidió jugársela con los que estaban en el campo. Cansados, pero metidos. Los córners y las faltas laterales ponían a prueba la solidez del líder. En un saque de esquina rodaron cuatro por los suelos y Jaime Latre pitó falta. Con el Madrid exhausto, el Granada se vino arriba.
Una doble ocasión de Antoñito y Azeez sacadas por Courtois y Ramos bajo palos anunciaron un calvario para el líder en los últimos minutos. Respiró cuando Modric tuvo el control de la pelota, porque Zidane decidió que no tenía más cambios posibles para refrescar. En el 93, Rui Silva se fue a cabecear un córner. Courtois vio la amarilla por perder tiempo. Un desenlace agónico, como correspondía a la dificutad de la cita. El Madrid acaricia la Liga con la yema de los dedos.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca de España
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