Ante la modesta selección de Irán, Argentina igualaba sin goles hasta el minuto 90 (incluso, pasando susto en el arco de Romero). Hasta que apareció el E.T. albiceleste para meter un zurdazo perfecto, que fue gol y clasificación para los de Sabella.
BELO HORIZONTE.-Fueron tres segundos fulgurantes, eléctricos, conmovedores, que enterraron noventa minutos pálidos, grises, de bajísimo vuelo. Fue una maniobra colosal, con la marca de origen de su gestor, que hizo digerible el combo de limitaciones, choque, errores y nervios servido antes de ese dulce postre. Una aparición única para quebrar un partido con destino de sorpresa mayúscula. Un golazo de Lionel Messi en el segundo minuto de tiempo recuperado permitió que Argentina derrotara 1 a 0 a Irán, en un encuentro que se disputó en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, y asegurara su pasaje a los octavos de final de la Copa del Mundo de Brasil.
Como si fuera una mala copia del debut ante Bosnia, la labor de la Argentina frente a los iraníes se destacó por las evidentes dificultades del equipo albiceleste por quebrar la defensa rival, su carencia para crear jugadas colectivas y su llamativa dependencia de lo que pueda hacer la Pulga.
Una vez más, el crack argentino frotó la lámpara a tiempo para garantizarle a la Argentina los tres puntos, con un zurdazo al ángulo en tiempo de descuento. Más allá de ese golazo, su trabajo fue apenas discreto.
Porque, impensadamente, la gran figura fue Sergio Romero. El arquero albiceleste fue el gran responsable de sostener el cero en su propio arco, ante al menos cuatro situaciones claras de los iraníes, que con el correr de los minutos se fueron animando, y no hubiera sido descabellado que ganasen el encuentro.
Pero, Argentina tiene a Messi. Sólo a Messi. Pero con eso, a cualquiera, le basta y le sobra.
Fuente: Olé, Clarín y La Nación de Buenos Aires/
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