El próximo jueves, a las 20.30 horas comenzará a correr el reloj de la Copa América. Dicho en otras palabras, el debut de Chile está a la vuelta de la esquina y curiosamente, a medida que fueron cayendo las hojas del calendario, poco a poco el optimismo ha ido en descenso.
La tarde del 28 junio del 2014, hace aproximadamente un año, luego que Pinilla estrellara ese remate en el travesaño y Brasil nos eliminara del Mundial por penales, en medio de la amargura, la consigna fue una sola: No importa, el año que viene nos desquitamos. ¡Ganaremos la Copa América!
La noche del 5 de junio del 2015, hace sólo algunas horas, luego que Chile derrotara a El Salvador con un solitario gol del «Mago» Valdivia, la reflexión fue muy diferente: jugando así, con suerte clasificamos en el grupo.
Creemos que ni tanto ni tan poco.
Personalmente, siempre hemos puesto en duda que Chile sea candidato a ganar la Copa América ( hay al menos tres selecciones más fuertes, que son Brasil, Argentina y Colombia y otra con la que -ante la ausencia de Suárez- vamos mano a mano, que es Uruguay).
Sin embargo, tampoco nos podemos pasar al otro extremo y creer que la selección chilena pudiera tener problemas para clasificar en el grupo más débil del torneo: con un Ecuador que llega disminuido por ausencias, un México que trae su equipo B y una Bolivia que es, junto a Jamaica, el rival al que todos debieran ganarle.
Es comprensible, en todo caso, que el aficionado común y corriente haya ido bajando los decibeles de su optimismo, porque desde el interior de la concentración de Chile surgen muchas dudas hacia el exterior.
Partiendo por el propio Sampaoli, que día día muestra aptitudes que dan la impresión de un hombre confundido y demasiado preocupado los rivales que tendrá que enfrentar. Ya dijo públicamente, por ejemplo, que «a Ecuador no se le puede jugar de correr a correr» y que tengo «84 formaciones distintas pensadas para ese partido». Lo importante es que tuviera una y que lo convenciera por completo. Eso, sin considerar las vueltas de carnero en las concentraciones: que nos vamos a Europa, mejor a Rancagua, que nos quedamos acá, que vamos a Juan pinto Durán y volvemos, que mejor no volvemos, que cerremos esta calle, que yo no la mandé a cerrar». En fin, lamentablemente los ejemplos sobran.
Y en la cancha, esas dudas se manifiestan en el juego del equipo chileno.
No es posible que a un rival tan paupérrimo como El Salvador, Chile apenas le haya podido anotar un solo gol. Y eso que se tuvo la pelota casi el 80% del partido, que permanentemente se jugó en campo contrario, que hubo una que otra oportunidad para marcar. Pero, era solamente El Salvador y no pudimos golearlo.
Incluso,un equipo, como el salvadoreño, que muy pocas veces cruzó la mitad de la cancha, cuando lo hizo puso cierta cuota de peligro. Sin inquietar, por cierto a Johnny Herrera, pero dejando una vez más en evidencia que a este equipo chileno es fácil pillarlo mal parado en la contra. Inquietante, porque frente a Ecuador e incluso con México, regalarle espacios a esos delanteros nos puede traer consecuencias muy dolorosas. Y ni hablar del daño que algunos grandotes de ambos equipos e incluso el boliviano Martins nos pueden provocar en el juego aéreo.
Defensivamente, ni el propio Sampaoli está convencido con lo que tiene. Por algo nominó de última al «Gato» Silva, que inicialmente no estaba ni siquiera en la lista de los 30 primeros convocados.
¿ Por qué este equipo no hace goles?
Primeramente, por una baja individual de jugadores muy importantes en ese aspecto, partiendo por Eduardo Vargas, el goleador de la era Sampaoli. En el equipo más malo de la Premier League, Edú nunca pudo ser titular. Y cuando por fin pudo entrar y hacer un par de goles…zas que se lesionó. Por lo mismo, el Vargas que llega a la Copa América, no es el del Mundial y mucho menos el de las clasificatorias donde fue figura fundamental del ataque chileno.
Por lo mismo, Alexis no tiene el acompañante ideal y tiene que hacer muchas cosas que no tiene necesidad de hacer en el Arsenal. Allá juega libre y cerca del área, por eso la emboca bien seguido. En «la roja», también juega libre, pero tirado a una orilla (ante El Salvador fue por izquierda, habitualmente lo hace por la derecha) y debe bajar a buscar la pelota. Por consiguiente, su producción es ostensiblemente menor que en su equipo.
Es cierto que Valdivia es bueno donde lo pongan, porque con la pelota tiene un talento casi divino. Pero es mucho más bueno cuando lo dejan venir desde más atrás y no cuando lo ponen de «9» mentiroso, donde se desgasta en la lucha con los centrales, que incluso cuando se tira atrás van a buscarlo y a pegarle.
Aránguiz, que es otro que tiene llegada y gol, también sufre con este esquema en el que tiene que hacer de recuperador de pelota para darle una manito a Marcelo Diaz, por el carril derecho, donde Isla – otrora gran elemento de ataque- hoy sigue teniendo las mimas ganas para proyectarse, pero ya lo hace sin la fuerza, la sorpresa y la capacidad de definición que tenía hasta antes de irse a jugar a Inglaterra.
Quedan muy pocos días para enfrentar a Ecuador y Sampaoli seguramente va a optar por poner en cancha al mismo equipo que inició el Mundial ante Australia: Bravo; Isla, Jara, Medel y Mena (o tal vez Beasejour, que se vio bien ante El Salvador y fue determinante cuando entró en el segundo tiempo ante los australianos):Diaz, Aránguiz y Vidal (que esperamos haya dejado su mal genio en Berlín, donde volvió a caer en eso del foul por impotencia que pudo costarle la expulsión en la final de la Champions); Sánchez, Valdivia y Vargas.
¿Para qué nos preocupamos, entonces?…podría argumentar alguien con la razón que le da el que los nombres sean los mismos.
Sin embargo, lo que sucede es que esos mismos nombres no están produciendo el juego que ofrecían hasta hace poco y que nos permitió incluso ganarle a España.
¿Será tal vez porque el entrenador, aunque siga llamándose Jorge Sampaoli, también ha cambiado?…Y lamentablemente, pareciera que no para bien.
Gerardo Ayala Pizarro
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