Vimos a Leo Messi abatido, cabizbajo, destrozado tras el meneo del Bayern en Lisboa. No era la primera vez que Messi veía impotente como todo su esfuerzo en el campo quedaba reducido a cero y además el rival te humillaba. El mejor jugador del mundo no ha tenido al mejor equipo del mundo, ni a los mejores entrenadores del mundo.
Messi se ha cansado de las eternas promesas, de ser el centro del proyecto y de que el proyecto sea solo él. Ha aprovechado el momento más débil de una directiva con la que ha chocado en muchas ocasiones para lanzar una afrenta contra el club por la vía legal para desvincularse del equipo.
El Barça se ha confiado sobre la situación de Messi pensando que nadie nunca pagaría su cláusula por un año que le quedaba y el jugador ha tirado de argumentos legales para intentar su desvinculación. Lo peor de todo es que tenga razón o no Leo Messi, esto es un final, parece imposible de reconducir una vez un jugador arranca la vía legal para pedir las cosas y a no ser que esto acabe con la salida de Bartomeu no se puede dejar en manos de un juez esto sería muy doloroso.
El Barça no tiene que enrocarse, sino preguntarse porque ha logrado que el mejor jugador del mundo se quiera ir del que debe ser el mejor club del mundo. Quizás solo así se puede afrontar la marcha de Leo Messi, la otra opción es que la directiva se vista de corto.
/Escrito por Javier Ortuño para Sport de Barcelona
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