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El gol anotado por el Polaco Menéndez le bastó a Everton para ganar un clásico que los jugadores oro y cielo se lo dedicaron a su técnico, que durante la semana sufrió la lamentable pérdida de su señora madre
Si decimos que en el primer tiempo no hubo ninguna oportunidad de gol, no estamos exagerando: Ninguna.
Salvo que alguien quiera considerar como tal dos cabezazos del «Conejo» Ubilla que pasaron a unos dos metros del vertical el primero y del travesaño el segundo.
Por el otro lado, peor aún: Waterman intentó un zurdazo que casi manda la pelota fuera del estadio Sausalito. Fue lo único para rescatar (¿rescatar?) en ambas áreas.
De hecho, Viana y Torgnascioli no atajaron ningún tiro directo.
Por eso, cuando se dice con tantas ínfulas que los clásicos son para ganarlos, este clásico porteño, al menos en el primer tiempo, Roberto Sensini y Victor Rivero jugaron para no perderlo.
Así fue el primer tiempo y así fue también el comienzo de la segunda etapa.
HASTA EL GOL FUE CON SUSPENSO
A eso del cuarto de hora, por fin se rompió el hielo. Pelotazo largo, muy acertado de Rivera, que encuentra muy mal parada a la defensa porteña. Entra solo el «Polaco» Menéndez y definió con un toque bajo ante la salida de Viana.
Inicialmente, nadie pudo celebrar porque hubo bandera en alto de Loreto Tolosa, indicando supuesta posición adelantada.
Sin embargo, VAR mediante el árbitro Felipe González reconsidero la medida y dio el gol.
Ahí si que se desató el festejo de los viñamarinos, que en masa fueron a abrazar al entrenador Roberto Sensini, que durante la semana sufrió la sensible pérdida de su señora madre.
EMPIEZA OTRO PARTIDO
Si, porque Wanderers ya no podía seguir especulando con el 0-0 y Rivero mandó a la cancha a Gabriel Rojas sustituyendo a Facundo Kidd, Matías Marín en lugar de José Aja y Aldrix Jara por Sebastián Ubilla (que estaba resentido de una jugada anterior), con el lógico objetivo de tener más ataque.
Everton respondió también con el ingreso de Christian Bravo por Gary Moya, para poblar y darle más marca al medio campo.
Es decir, uno jugando al ataque para intentar empatar el partido y el otro, esperando la contra para aumentar el marcador.
EVERTON AGUANTÓ BIEN
«Teníamos que ganar, se lo habíamos prometo al profesor Sensini. Porque él, a pesar de sufrir el dolor más grande que puede afectar a un ser humano, tuvo fuerzas para estar igual en todo momento junto a nosotros»
Esa fue la misma fuerza que tuvo todo el equipo de Everton para guantar durante media hora los embates de Wanderers.
Porque el conjunto porteño se fue arriba, con poco orden y menos fútbol, pero al menos con un espíritu de lucha encomiable. Sin embargo, una defensa liderada por la calidad y sapiencia de Julio Barroso estuvo siempre bien plantada y cerrando los caminos hacia el arco de Torgnascioli, que a su vez respondió acertadamente cuando le tocó intervenir.
Para redondear la felicidad de los evertonianos estuvo el retorno a las canchas de Maximiliano Ceratto, que tras ocho meses volvió a tener minutos en cancha.
Por eso y por lo que significa ganar un clásico, se justifica la algarabía con la que Everton recibió el término del partido.
Y se justifica también, naturalmente, la preocupacón de Wanderers. Porque el equipo no levanta cabeza y cada vez se va quedando más abajo en el fondo de la tabla
por Gerardo Ayala Pizarro. Fotos: Twitter oficiales de Wanderers y Everton
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