Hay que decirlo: el primer tiempo fue decepcionante.
No estuvo para nada a tono con la tradición del Clásico Porteño.
Especialmente, por el lado de Wanderers que en esa primera etapa no dio pie con bola.
Everton tampoco aportó mucho, pero con ese «poco» superó a su rival, se acercó algo al arco de Viana y al final – cuando se jugaban seis minutos de descuento- encontró el premio en un penal innecesario, pero muy bien ejecutado por Cuevas, que dejó sin chance alguna al meta porteño.
¿Qué cambió en la segunda etapa?
La clave fue el ingreso de Marcos Medel.
El volante reconoció que cuando Miguel Ramírez le confirmó que iba a la cancha por Miño, habló con sus compañeros y les dijo que era necesario cambiar de actitud. Que Wanderers no podía afrontar un clásico porteño (por mucho que se jugara en Santiago), con tanta displicencia, sin sangre.
Y también influyó mucho la forma como Everton afrontó esa etapa de complemento: tirándose atrás desde el primer minuto, intentando aguantar el cero a cero hasta el final.
Lo consiguió hasta el minuto 64´, donde ocurrió el primer error garrafal de los viñamarinos, personificado en Johnny Herrera. Puede argumentarse que el arquero estaba tapado y que la pelota rebotó sorpresivamente en el hombro de Alarcón para irse hacia el arco, pero para un meta de experiencia no puede ser excusa.
Lo concreto es que reacción fue muy débil, la pelota se le fue por debajo del cuerpo y cuando quiso reaccionar, tampoco tuvo la agilidad necesaria y Ubilla llegó primero para puntear la pelota en la raya.
Por último, mal que mal empate en un clásico es un resultado lógico y deja a todos conformes.
Eso, seguramente pensaban los 22 protagonistas en cancha, cuando vino el segundo error garrafal y nada menos que en el minuto 96´de partido, es decir era esa jugada y se terminaba.
Aquí el principal responsable fue el zaguero Velásquez, que devolvió mu corta hacia su arco y Ronnie Fernández llegó primero al balón. Lamentablemente, para Johnny Herrera el también tuvo complicidad, porque el delantero porteño se iba abriendo, con posibilidades de gol es cierto, pero con una pelota que se iba alejando del arco. Y el meta salió decidido a derribarlo.
Penal clarísimo, cobrado inmediatamente por Gamboa, picotón de Enzo Fernández, herrera absolutamente desairado y más encima víctima de las burlas de Alarcón («Le cobré una que nos desvía desde el clásico anterior»)
Así se definió un nuevo clásico porteño, que le permite a Wanderers obtener tres puntos a valiosísimos, ya que alcanza a Everton con 28 y se despega bastante del grupo de los equipos que lichan por no descender a la Primera B
/por Gabriel Ayala Espejo
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