Cuando el partido terminaba y todos estábamos con gusto a poco, la anotación del moreno puso un 3 – 1 tranquilizador, de cara al partido del miércoles con España, que será determinante para decidir quien clasificará en este grupo acompañando a Holanda.
BELO HORIZONTE.- Chile tuvo dos minutos que hicieron soñar con cosas grandes.
A los 12´, en la primera llegada al arco de Australia, Alexis finiquitó de manera perfecta una jugada previa excelente de Charles Aránguiz (corrió una pelota que parecía perdida, la ganó, aguantó la salida del arquero, sacó el centro que pivoteó Vargas y que terminó mandando a la red el tocopillano).
Y a los 14´fue el propio Alexis Sánchez el que se vino arrastrando marcas de derecha y hacia el centro. En el momento precisó la tocó para Valdivia, que levantó la cabeza, vio al arquero adelantado y puso la pelota en un ángulo imposible.
En ese instante, no hubo nadie que no pensara en una goleada de proporciones, que agregada a los cinco tantos que recibió España ante Holanda, daban para suponer que una clasificación en el grupo – al menos por diferencia de goles- se veía más cerca de lo que cualquiera pudo suponer inicialmente.
Más aún, esos dos goles en tan corto lapso hicieron olvidar que Chile en los primeros diez minutos había tenido siempre la pelota, pero nunca había podido acercarse al arco australiano.
Bastaba, al parecer, con tener un `poco de paciencia para encontrar los claros y hacer un desaguisado en la defensa oceánica.
Sin embargo, después del gol de Valdivia, Australia poco fue saliendo del letargo y comenzó a adelantar sus líneas y a partir de ese instante quedó en evidencia lo que ya es común en todos los equipos de Sampaoli: son muy buenos cuando atacan, pero dejan de serlo cuando son atacados.
Otro error que cometió Chile ( y que también es inherente a la esencia de este equipo) es tratar de jugar siempre a cien kilómetros por hora. Nunca una pausa, nunca un toque lateral para asegurar el balón y llegar con más claridad a campo contrario.
El mejor ejemplo de lo anterior fue Jorge Valdivia: Por lejos, el jugador más talentoso de todos los que pisaron el campo de juego. Sin embargo, alternó buenas y malas. Precisamente por eso, por apresuramiento, por tratar de jugar todo de primera. El «Mago» es extraordinario cuando levanta la cabeza y pone esos pases entre líneas que llegan al corazón de la defensa contraria. Sin embargo, su talento pierde trascendencia cuando por cada dos pases a un compañero hay un tercero que va al contrario
Por lo mismo, si bien Chile siguió dominando y dejando siempre la sensación de ser muy superior al adversario, nuevamente se alejó del arco australiano, llegando sólo hasta las inmediaciones del área amarilla.
Y Australia, por el contrario, siguió creciendo, acercándose y esperando la oportunidad.
Que llegó de una forma que todos habían anticipado: el juego aéreo, donde Chile da mucha ventaja por la baja estatura de sus defensores. Una muy mala salida de Bravo con los pies, regalándole la pelota a un contrario (¿se acuerdan del segundo gol de España en Sudafrica?), centro desde la derecha y cabezazo limpio de Cahill, sacándole medio cuerpo en el salto a Medel.
Desde ese instante y hasta promediar el segundo tiempo, fueron los peores momentos de Chile. Porque Australia creció con el gol e incluso se acercó al empate en los primeros. Siempre en base a centros, donde la defensa chilena sufría demasiado. Hubo por ahí una jugada dudosa que los australianos reclamaron como penal (agarrón de Jara a Cahill) y hubo otra atajada sensacional de Bravo, en un remate bajo, de volea (para variar,conectando un centro largo que no pudo ser devuelto por la defensa chilena) que tapó abajo y mandó la pelota al córner.
Fue la última llegada de Australia, porque el ingreso de Felipe Gutiérrez y Jean Beausejour le trajeron un nuevo aire a Chile, pudo recuperar la pelota y comenzó a explotar una jugada que a este equipo le ha dado muchos resultados: el pelotazo cruzado para la diagonal de Edú Vargas.
Tuvo el gol el ex delantero azul y un defensor sacó la pelota desde la raya y posteriormente, cuando el partido terminaba y el 2-1 dejaba con gusto a poco, fue su reemplazante (Mauricio Pinilla) quien apareció frente al arquero, este rechazó con los pies y Beausejour que venía desde atrás recibió el rebote y mandó la pelota adentro.
Se sancionó así el 3-1 definitivo que desató la euforia en los veinte mil chilenos que hicieron jugar de local al equipo de Sampaoli.
Se estableció también una ventaja más lógica, ante un rival que – siendo más de lo que muchos suponían. parece difícil que pueda volver desde Brasil con un solo punto.
Lo concreto es que ya se tienen los primeros tres puntos y sin duda que la clasificación se juega el próximo miércoles ante España.
Una España que viene herida. Y habrá que ver si eso es mejor o peor para Chile.
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